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29 de marzo, 2024

Aborto. El peligro si gana el NO por Dr. Mario Sebastiani.

La contienda legislativa dirimirá si el aborto en la Argentina sigue como hasta ahora o si se convierte en un evento seguro. Por ello siento euforia por escuchar que un Presidente de la República, luego de 33 años de democracia, reconoce la magnitud del problema y la necesidad de discutirlo. Pero también siento miedo por la eventualidad que los que se manifiestan pro vida, a favor de la vida y se creen protectores de los embriones sean mayoría en la Cámara de diputados y en el Senado y todo quede como hasta ahora. La situación hoy es la de un número de abortos desconocido. Esta, de por sí, es la primer falacia a la que nos enfrentamos día a día. Abortos estimados, abortos cuestionados, abortos desestimados. Entiendo que un país serio debiera saber cual es el número, cual es el grupo etario de las mujeres, y cuáles son las causas por las que se interrumpen los embarazos. Solo con información puede implementarse una política pública. Solo con legalidad pueden conocerse estas cifras y estos motivos.

Número de muertes estimado: A pesar que el Ministerio informa año a año un numero determinado de muertes ligadas al aborto, el mismo Ministerio en un acto de honestidad intelectual, reconoce que existen sub registros. Las muertes en los países donde el aborto es legal y seguro, son casi inexistentes.

Número de internaciones por aborto: es un dato, seguramente más confiable. Durante años se computó una cifra cercana a las 60 mil internaciones por año. La enorme mayoría de estas internaciones fueron en los hospitales públicos y en mujeres pobres, lo que claramente nos demuestra que el aborto muestra inequidad entre mujeres ricas y pobres. Asimismo este número de internaciones multiplicado por 10, ha servido como aproximación al número de abortos dado que la comunidad internacional acepta que por cada aborto que se interna o se complica hay 10 que no se internan. El número de internaciones está disminuyendo y en el año 2016 han sido 46 mil aproximadamente. Esto no es mérito del pro vida y no es mérito de ninguna política publica. Es merito de que hoy existan fármacos que producen el aborto en condiciones seguras. Son medicaciones imprescindibles en la salud reproductiva según la ONU y la OMS. En nuestro país están prohibidas, pero las mujeres logran, con dinero, adquirirlas en un mercado negro e invisible.

Suelo escuchar de los pro vida que son deseosos de impedir el aborto a través de la posibilidad de ayudas sociales a la mujer para que pueda seguir con el embarazo y protegiendo el embrión. En la escenografía de la clandestinidad no hay posibilidad alguna de diálogo con la mujer. Solo se podrá ejercer una política de asistencia en la legalidad y con el estado presente en las instituciones de salud a través de los médicos, los trabajadores sociales y los psicólogos. De más está decir que una vez completada la interrupción se podrán administrar anticonceptivos para que el embarazo no deseado no tenga una repitencia. La clandestinidad impide toda acción de protección del embarazo y la mujer.

El pro vida trae al debate elementos de orden filosófico en una discusión eterna sobre si el embrión es persona o cuando lo es. Este es un dialogo que la medicina no puede ni podrá resolver. Pero la medicina sabe con certeza y evidencia cuales son los escenarios de los países que tenían el aborto penalizado e inseguro y luego lo despenalizaron. Esta evidencia científica proveniente de las ciencias de la salud y de las ciencias sociales y son estos conocimientos los que deben obligar a los legisladores a modificar el escenario del aborto en la Argentina. Para ello deberán dejar de lado sus creencias y actuar con conciencia como lo solicitó el Presidente Macri. No es sutil la diferencia entre creencia y conciencia. Por ello es necesario que los legisladores, que ya se han manifestado con vehemencia en contra de la despenalización , que han descalificado a los despenalizadores y al mismo Presidente tratándolos de abortistas, reflexionen sobre la necesidad de una política pública que revierta este status quo.

Abrazar el conocimiento, evitar la presión de las religiones, aceptar que el estado es laico, pensar en la dignidad de las mujeres es una tarea obligatoria para ellos. Si gana el NO, perdemos todos.

 

Por Mario Sebastiani
Doctor en Medicina
División Tocoginecología del Hospital Italiano de Buenos Aires

 

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