Santo en la Web y en la Red

29 de marzo, 2024

“Cambiemos no debe ser una escribanía”.

Lo primero que hay que recordar es que durante los años de gestión del Frente para la Victoria el país registró un preocupante proceso de degradación de valores y principios  del orden republicano y democrático. Detener ese proceso, y reparar los daños sufridos en ese aspecto, fue la principal razón -no la única- que explicó la reunión de fuerzas políticas con identidades diferentes en un frente común. Así se generaron las condiciones que permitieron garantizar la alternancia en el ejercicio del poder.

Sin embargo, reparar el daño institucional y asegurar el respeto a los valores republicanos no es lo único que debe hacer un gobierno. También debe diseñar el modelo de crecimiento y la forma en que se distribuirá la riqueza, debe definir prioridades en la asignación de los recursos y los criterios del sistema tributario. Gobernar es definir la estructura productiva del país y su inserción en el mundo. Es determinar el rol del sistema financiero, las políticas comerciales y la defensa del trabajo nacional. Es cuidar los sistemas de protección social (jubilaciones, salud) y diseñar las políticas educativas en los diferentes niveles. Es establecer el rol que debe cumplir el Estado en éstas y otras cuestiones igualmente importantes.

Como dije al inicio, Cambiemos reunió fuerzas políticas con identidades distintas, es decir, con una visión diferente sobre las cosas que se deben hacer en el país, más allá de la defensa de la República y la garantía de una gestión transparente. Esta diversidad fue exhibida como una fortaleza del frente. Nadie debería, entonces, sorprenderse ante la manifestación de puntos de vista distintos acerca de la manera de resolver los graves problemas de los argentinos. Desde luego, las eventuales diferencias deben procesarse de forma constructiva, responsable e inteligente.

El presidente ha manifestado que Cambiemos no es una coalición de gobierno. Desde el radicalismo respetamos esa caracterización. Pero esto no puede implicar que el resto de los partidos del frente no tengan derecho a hacer oír sus opiniones acerca de la forma más adecuada para resolver los temas trascendentes de la Argentina. Nos preocupa que se sostenga que no somos una coalición de gobierno a la hora de decidir las medidas y que, luego, a la hora de opinar sobre las mismas, se reclame funcionar como tal.

De allí que he planteado la necesidad de crear un ámbito de dialogo e intercambio de visiones en Cambiemos, en el que puedan procesarse, saldarse y sintetizarse las eventuales diferencias. Nadie es dueño de la verdad en política. La mejor manera de acercarnos a ella es a través de la confrontación de ideas y argumentos. No es correcto que las fuerzas del frente que perdieron las PASO, pero contribuyeron al triunfo electoral, sólo puedan decir “si” o “no”. No solo no es correcto, tampoco es la mejor manera de garantizar el acierto en las decisiones. La UCR, desde su identidad, puede aportar mucho a la calidad de las mismas. Lo que daña las coaliciones -y las gestiones- no son los debates responsables y constructivos sino “las escribanías”. Cambiemos debe que hacerse cargo de la pluralidad que lo constituye.

Como el que más, deseo que desde el gobierno podamos resolver los problemas de los argentinos. Y no por la suerte de mi partido, sino por la de nuestros compatriotas. Deseo una Argentina más republicana y más democrática, pero también más justa y más equitativa.

Si sumamos más problemas a los existentes, puede apoderarse de la sociedad un ánimo funcional a la manifestación más perversa de la política: la antipolítica. Ya no asumirá la forma de las dictaduras militares, pero puede encarnase en liderazgos mesiánicos, aventureros, demagógicos, y autoritarios. La responsabilidad de evitar esto no es sólo del oficialismo, también es de la oposición y de todos los sectores dirigenciales de la sociedad. Puede que mi advertencia resulte exagerada. En todo caso, no está de más ni hace daño exagerar los cuidados.

                                                                                                                  Ricardo Alfonsín-UCR

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