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19 de abril, 2024

Qué saber antes de la temporada de gripe por Lilián Testón.

Es posible esperar una circulación mayor del virus a la habitual si se tiene en cuenta que la enfermedad se presentó con mucha intensidad los EE. UU. La vacunación, preferentemente en otoño, y el lavado de manos son clave para evitar la diseminación y los contagios.

Se acerca el otoño en el hemisferio sur y el inicio de la temporada de gripe, que se extiende de abril a septiembre. Del otro lado del ecuador, los EE. UU. parecen estar comenzando a salir de la temporada más intensa desde la pandemia de 2009, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). La amplia diseminación del virus en los 50 estados y en otros territorios produjo un elevado número de casos y una cifra récord de hospitalizaciones. Para el final de la temporada, los CDC estiman que 34 millones de estadounidenses habrán enfermado de gripe.

Es posible esperar que, en la Argentina, haya durante los próximos meses una elevada circulación del virus de la gripe, que, por el momento, es casi nula. Por eso, resulta fundamental conocer las principales medidas para prevenir la infección y saber cómo actuar en caso de síntomas.

Vacunación antigripal

El pilar de la prevención de la gripe y del control epidémico es la vacunación específica contra las cepas predominantes. Existen tres tipos de virus de la gripe, A, B y C, que se dividen en subtipos o cepas. Durante una estación típica, circulan dos cepas de tipo A –H1N1 y H3N2– y dos cepas de tipo B. Los virus de los tipos A y B causan las epidemias estacionales. En la temporada actual en los EE. UU., predomina la cepa H3N2.

Todos los años, la vacuna que se usará en el hemisferio sur se actualiza teniendo en cuenta los virus que circularon en el hemisferio norte durante la última temporada, y viceversa. Todas las personas que quieran protegerse contra la gripe pueden recibir la vacuna antigripal. En nuestro país, la vacuna está incluida en el Calendario Nacional de Vacunación, por lo que deben recibirla los siguientes grupos, que tienen más riesgo de enfermarse:

  • personal de la salud;
  • embarazadas, en cualquier momento de la gestación;
  • todos los niños de 6 a 24 meses (deben recibir dos dosis separadas por al menos 4 semanas);
  • niños y adultos de 2 a 64 años con enfermedades respiratorias, cardíacas, inmunodeficiencias congénitas o adquiridas, pacientes oncohematológicos y trasplantados, personas obesas con índice de masa corporal mayor a 40, diabéticos, y personas con insuficiencia renal crónica en diálisis;
  • personas mayores de 65 años;
  • personas que conviven con enfermos oncohematológicos.
  • personas que conviven con bebés prematuros nacidos con peso menor de 1500 g.

Para esos grupos, la vacuna es gratuita.

La vacuna antigripal debe aplicarse todos los años, ya que el efecto protector dura de 6 a 12 meses. Lo ideal es vacunarse en al comienzo del otoño, pero mientras dure la temporada otoño-invierno, no es tarde para hacerlo.

 Lavado de manos con jabón

Además, para evitar el contagio y la diseminación, es fundamental el lavado frecuente de manos porque, en la mayoría de los casos, el virus se transmite por contacto directo con las secreciones respiratorias que el enfermo elimina al hablar, estornudar o toser. Con menor frecuencia, se produce por contacto con objetos contaminados con estas secreciones.

La técnica correcta para el lavado de manos es la siguiente:

  • humedecer las manos con agua tibia y colocarles el jabón;
  • frotarse las manos fuera del chorro de agua, en forma vigorosa, hasta hacer espuma; mantener el movimiento durante al menos 20 segundos;
  • frotar las áreas entre los dedos y alrededor de las uñas, las palmas e incluso las muñecas;
  • colocar nuevamente las manos bajo el agua y enjuagar hasta retirar todo rastro de jabón y suciedad;
  • secarse las manos, preferentemente, con una toalla de papel descartable.

No es necesario utilizar jabón antiséptico para el lavado de manos habitual.

Si bien es necesario lavarse las manos con frecuencia, es prioritario al llegar a casa; antes de preparar alimentos, de comer o alimentar a un niño, de administrar alguna medicación, de curar una herida, de atender a alguien que está enfermo o a bebés recién nacidos. También después de tomar contacto con fluidos corporales (mocos, vómitos, sangre, etc.), de limpiarse o limpiar a algún niño la nariz o la boca, de cambiar pañales o ir al baño, y de manipular la basura o limpiar superficies.

También es clave que el enfermo se cubra la nariz y la boca al estornudar o toser. En lo posible, conviene usar una toallita o un pañuelo de papel descartable. De lo contrario, se debe acercar la cara interna del coro. Debe lavarse las manos con agua y jabón luego de utilizar esos elementos o de haber tenido contacto con las secreciones nasales (moco), para evitar que las manos contaminadas diseminen la enfermedad. Se recomienda también desinfectar con frecuencia los objetos, las mesas y los picaportes, y mantener ventilados con aire fresco los ambientes de la casa.

Alcohol en gel: cuándo y cómo

Si bien el alcohol en gel es muy eficaz para eliminar microorganismos, no sustituye el lavado de manos en todos los casos porque solo debe hacerse si las manos están visiblemente limpias. En ese caso, se debe aplicar el producto sobre la palma de una mano y, con la otra, extenderlo hasta cubrir de manera total la superficie de ambas manos y de los dedos. Es importante frotarse hasta que el producto se seque (unos 15 segundos). Una vez secas, las manos se encuentran limpias.

Uso de antivirales

Cuando hubo infección, los medicamentos antivirales, como el oseltamivir, ayudan a controlar la evolución del cuadro, pero siempre deben ser indicados por un médico, en situaciones que lo requieran y durante las primeras horas.

 

Por Dra. Lilián Testón
Coordinadora del Departamento de Epidemiología de FUNCEI/FIDEC
Fundación Centro de Estudios Infectológicos (FUNCEI)
Fighting Infectious Diseases in Emerging Countries (FIDEC)

 

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