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22 de noviembre, 2024

ING. KARINA ANDREA MIRANDA. Alerta. Pilas, Baterías y otros residuos eléctricos y electrónicos.

En nuestra actividad diaria, todos generamos diferentes tipos de residuos sólidos como los reciclables (papel, cartón, vidrio, plásticos, latas de aluminio, maderas), los orgánicos compostables (residuos de poda, restos de vegetales, cáscaras de frutas,  borra de café u otros compuestos orgánicos que pueden transformarse en compost) y los peligrosos como ser las pilas, las baterías, los residuos de aparatos electrónicos y eléctricos (RAEE) como son los aparatos de telefonía móvil, las computadoras, impresoras, juguetes, grandes y pequeños electrodomésticos en desuso y otros tantos que generamos según la tarea que estemos realizando..

Muchas veces no conocemos la composición de estos últimos residuos, los peligrosos, ni tampoco sabemos qué hacer cuando queremos desecharlos en nuestras casas o lugar de trabajo.

Estos residuos peligrosos son compuestos o sustancias que pueden generar un riesgo a la salud de las personas y al medio ambiente. Por lo tanto, un primer paso es separar cada tipo de residuo y buscar una alternativa adecuada para su tratamiento.

Un ejemplo cercano son las pilas o baterías agotadas (de relojes o calculadoras), que no deberían mezclarse con otro tipo de residuos domiciliarios (reciclables y/o limpios).

La mayoría de las pilas posee componentes químicos riesgosos (cadmio, zinc, mercurio, plomo, litio, manganeso) los cuales son tóxicos en bajas concentraciones y pueden producir daños graves a los seres vivos al ser liberados al medio ambiente.

Según el informe “Gestión de Pilas y baterías eléctricas en Argentina” realizado por el I.N.T.I.(2016): Las pilas de buena calidad no presentan pérdidas de las sustancias químicas durante su uso sin embargo al agotarse la vida útil son desechadas, con riesgo a perder la capa protectora de metal por corrosión interna o daño externo debido a las acciones climáticas (frío, calor, lluvias, vientos) y por la propia de la degradación del residuo. Pero cuando tenemos pilas agotadas o desechadas, y se produce el derrame de la sustancia conductora (electrolito) contenida en el interior de estas, esto puede producir el arrastre de los metales pesados que posee. Estos metales pueden lixiviar (transportarse con agua) a través del suelo y llegar a cursos de agua o acuíferos contaminado dicho recurso natural.

En la actualidad, la mayoría de las pilas y baterías recargables carecen de mercurio, sin embargo, contienen níquel y cadmio. El cadmio es calificado como cancerígeno (según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer IARC). Al inhalarlo produce lesiones en los pulmones, y al ingerirse puede causar trastornos en el aparato digestivo. Además, puede acumularse en los riñones.

Ciertos compuestos del níquel son potencialmente carcinógenos para los seres humanos. La exposición por ingestión o contacto de los seres vivos con el níquel puede generar reacciones alérgicas y algunas personas pueden llegar a sufrir ataques de asma.

Por otra parte, la exposición frente al manganeso puede ocasionar perturbaciones mentales, emocionales y provoca movimientos lentos y faltos de coordinación.

Entonces, conociendo la composición de las pilas y baterías, ¿qué deberíamos hacer?

Separar en forma adecuada.

Una vez separadas las pilas y baterías, puedo mejorar aún más mi tarea apartando las pilas “botón” del “resto” (cilíndricas y prismáticas) debido a su tratamiento específico.

Una vez que tengamos cierto volumen separado, tendríamos que buscar algún punto de recolección, centros de acopio o averiguar localmente a dónde podríamos llevarlos (municipios, internet, consultar a fabricantes) para que luego un Operador habilitado realice el tratamiento correspondiente como puede ser la separación de los plásticos, metales comunes y preciosos.

En Argentina…

Actualmente en nuestro país, se encuentra habilitado, como método de tratamiento posible y disposición final de pilas y baterías el traslado y disposición final en relleno de seguridad (o sea sin ningún tratamiento de separación de compuestos, reciclado y/o valorización de metales u otros materiales).

En algunas localidades no se promueve la gestión diferenciada, pero la mezcla de residuos no se considera una buena práctica. Más aún deberíamos evitar el envío (de estos residuos) a rellenos sanitarios, aunque sean aptos técnicamente para recibirlos.

Hace algunos años, se inauguró una Planta Piloto ubicada en la Ciudad de La Plata, donde se estaba desarrollando un proceso que permite la recuperación de los metales presentes en las pilas agotadas. La planta cuenta con una capacidad para reciclar 80 kilos de pilas por mes, lo cual equivale a la generación de 8.000 habitantes.

Mediante un método artesanal, se corta la carcasa de hierro que recubre las pilas. Una vez abiertas se recuperan los diferentes componentes: cobertura de acero, algo de papel, el barro interno (debido a que tiene una gran cantidad de carbón), y los metales que se reutilizan como el zinc y el manganeso.

Una vez separados, se tratan en una solución de ácido sulfúrico generada por un proceso biotecnológico.

Finalmente, el proceso logra separar por precipitación los distintos componentes que pueden reutilizarse, obteniendo óxido de manganeso y carbonato de zinc. El primero puede utilizarse para fabricar acero y el segundo es aplicado en la industria alimenticia, farmacéutica, naval y hasta en la construcción.

Los metales recuperados pueden ser reutilizados nuevamente. Con este proceso se lograr la separación adecuada de los componentes.

En referencia a los RAEE y debido al veloz cambio tecnológico y de sustitución por nuevos modelos (por ej. de equipos móviles) se está incrementando la generación de estos residuos y, si no se gestionan adecuadamente, además de la contaminación al medio ambiental y daño a la salud de las personas, nos estamos perdiendo la posibilidad de separar y valorizar compuestos de alto valor económico para el país (metales no ferrosos como el cobre, el aluminio y metales preciosos como la plata, el oro, y el platino).

Para tener una medida, en la Ciudad de Buenos Aires, cada habitante genera al año 7 kg de RAEES. Los vecinos pueden llevar estos productos en desuso a los Puntos Verdes Móviles o Especiales para que los tratadores recuperen los materiales reciclables, además de disminuir el efecto contaminante sobre el ambiente. Un residuo no gestionado en condiciones técnicas adecuadas (como acumularlo sobre el suelo a la intemperie) puede afectar tanto al suelo como al agua subterránea.

Entonces…  ¿qué hacemos con las pilas y RAEE?

  • Minimizar el consumo de este tipo de productos.
  • No arrojarlos con otro tipo de residuos.
  • Buscar centros de acopio o recolección.
  • Averiguar si hay algún plan o programa implementado en la zona donde vivo.
  • Averiguar o buscar información si los propios productores o fabricantes se están haciendo cargo del residuo que genera su producto agotado o fuera de uso.

Aunque en nuestro país se está avanzando en tratamientos y tecnologías para diferentes tipos de residuos, aún queda un largo camino hacia una economía circular con el objetivo de minimizar la generación, poner el valor los materiales desechados, optimizar el uso de los recursos y reducir emisiones durante todo el ciclo de vida de estos.


INVITADA
Ing. Karina Andrea Miranda
Docente Escuela Postgrado – Ingeniería Ambiental
U.T.N. Reg. Buenos Aires



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