Una de las bases de una buena salud, aparte de una alimentación correcta y evitar en la medida de lo posible el sedentarismo es una pauta adecuada de sueño y descanso. Los expertos sitúan en ocho horas el tiempo perfecto para una noche reparadora, siendo habitual, no obstante, necesitar alguna hora más en situaciones excepcionales en las que el día a día nos exija más. Sin embargo, también indican que tomar por costumbre dormir más horas no necesariamente significará que despertemos mas descansados, ya que no se trata del tiempo que pasemos dormidos sino de la calidad del sueño. De hecho, dormir más de la cuenta puede significar que estamos tratando de evadirnos de la realidad, en cuyo caso, lo recomendable es analizar por qué, de qué huimos, y tratar de enfrentar la situación cuanto antes para solucionar el conflicto. La calidad del sueño puede depender de factores como la iluminación, el ruido, el clima, la compañía, la salud o las características de la cama.
Lo recordemos o no, todos tenemos una media de tres sueños cada noche. Hay quienes piensan que nunca sueñan, pero soñar es algo inherente al ser humano. En función de si somos más imaginativos o más racionales, los sueños tendrán un mayor o menor nivel de detalle, pero de cualquier manera, todos tienen un significado y están compuestos por recuerdos de vivencias del pasado y del presente que se mezclan, de manera racional o irracional, conformando una nueva historia que es, además, un reflejo de nuestras inquietudes. Es por esto que la interpretación de los sueños tiene un elevado valor para los profesionales de la salud mental. Por norma general, es más frecuente tener sueños desagradables, y este es un mecanismo que tiene el cerebro para reflejar temores, angustias o trances de algún tipo que aún no hemos superado y que, si estamos atentos a los detalles oníricos, podríamos abordar (normalmente con algo de ayuda).
Dentro de que cada persona es un mundo y sus sueños son únicos en función de su personalidad, hay algunos patrones que se repiten con frecuencia entre personas de todo el planeta,por lo que son más fáciles de detectar las situaciones que nos llevan a tenerlos y de esta manera ponerles remedio. Para aquellas personas más espirituales, los sueños pueden ser incluso premonitorios, pero los menos creyentes deben saber que los sueños son una herramienta indispensable del cerebro para sintetizar la información y las emociones y que también son un instrumento para los psicólogos, terapeutas y demás profesionales relacionados con la mente. El sueño, además, puede ser dirigido por nosotros mismos en ocasiones, lo que nos puede ayudar a superar conflictos.
Sin embargo, hay diferentes alteraciones que pueden ser muy desagradables, como la narcolepsia o incapacidad para mantenerse despierto durante el día, o la parálisis del sueño. Esta última, que según estadística sólo afecta a una de cada mil personas, consiste en la desincronización entre cerebro y cuerpo en cuanto a sueño se refiere, por lo que el cerebro sería capaz de despertar mientras que las funciones motoras permanecen inactivas, una sensación que nos impide controlar nuestra persona a pesar de estar conscientes. En una parálisis del sueño, podremos respirar y mover los ojos, pero no podremos movernos o hablar. Afortunadamente, por norma general no se prolonga más de dos minutos, siendo preocupante que se dilate más en el tiempo. Las causas pueden ser una privación sistemática de las horas de sueño necesarias, en raras ocasiones puede ser por herencia genética, o puede que sea la misma narcolepsia la que la provoque. En cualquiera de los casos, es una cuestión a abordar y tratar de superar poniendo en manos de especialistas, ya que supone la antesala de problemas de salud más graves.