Domingo 3 de julio queda para la Historia Argentina como la vergüenza nacional al juego de ruleta rusa para elegir un nuevo o en este caso nueva ministra de Economía. Mientras en otros tiempos se esperaba este día feriado para comer con la familia, ayer hubo ayuno ciudadano de poca cordura.
Atrincherados los que están del lado de la grieta creyéndose los salvadores de la patria, jugaban al tatetí mientras la Vice estaba en su casa esperando que le rindiesen pleitesía. Pero el presidente, al mejor estilo de macho argentino dijo ¡NO!, pero terminó diciendo ¡SÍ!, por miedo a perder el poder.
Con el alto costo de vida casi a nivel de tener que comprar un huevo, dos tomates, alguna banana, milanesas adulterados con más pan rallado que carne, abultado el puré para que alcance, en la Quinta de Olivos hubo morfi, show en la pasarela para ofrecer un cargo, discusiones, desacuerdos, tembladera y presiones. Entre ellas la de Estela de Carlotto, Capitanich y Massa para que haya paz, al mejor estilo del Vaticano. Y el nene Máxímo, al que no lo dejan de lado porque sus opiniones son fundamentales para resolver los quilombos de turno.
Después de todo, lo de ayer fue más una pelea matrimonial que mejor hubiera sido resuelta por abogados de familia. El romance entre te doy todo lo que tengo y vos obedeces y hacemos la pareja, no funcionó. Ella con sus artimañas y labia y él como guitarrista de Puerto Madero no fueron felices, no comieron perdices, y en vez de divorciarse decidieron seguir a las trompadas, hubiesen firmado el desacuerdo y chau. Y así como los hijos son los que sufren las consecuencias, el que sufrió fue el pueblo. Una parte del pueblo cantó en el acto en Ensenada, recordando otra fecha de la muerte de Perón, CRISTINA PRESIDENTE. Otra parte fue a escuchar a Alberto Fernández y escuchó a medio decir que se iba a presentar para las elecciones del 2023. Parece figurita repetida, pero antes teníamos oportunidad de cambiarlas con los pibes del barrio o con las amiguitas, ahora el menú es siempre el mismo.
La expectativa hizo que la gente saliera a comprar más porque olía la estampida del dólar, o sea sabiendo sobre la devaluación de nuestra moneda, se aprovisionaron de fortunas que en vez de guardarlas en las cajas de seguridad, fueron a las alacenas y a las heladeras. Ya comer pasó a ser no solo una necesidad si no un lujo, un desborde de precios sin control, una desesperación a gritos de los que repiten no llego con la guita a fin de mes. Este es un país con hambre de Justicia y de trabajo y de manejo ideológico a los pobres.
Hace poco se supo los millones que se consume en la Quinta de Olivos de fiambres y quesos para las picaditas políticas entre copas, promesas, secretos y confesiones. Tal vez se podría una vez por semana hacer una para los homeless con repartija de frazadas en semejante superficie al divino cohete.
Esperando las noticias finalmente dichas por la vocera del presidente, gran error, ya que tendría que haber sido él en dar la noticia. Ante su actitud de obediencia y partidismo, hubo que interrumpir la reunión de prensa prometida. Se trató de siete u ocho personas con cacerolas y cucharas que golpeaban, nada más que ocho. Y pregunto, si todos los que estuvimos inquietos, preocupados, indignados esperando la noticia que terminó siendo una rendición de pleitesía hacia la enemiga número uno del presidente, quien demostró otra vez su falta de autoridad y principios para gobernar, nos hubiéramos atrincherado allí, ¿qué hubiera pasado? Hacía frío y todos estábamos ya cansados y hartos de un día agotador.
Dicen que una golondrina no hace verano pero ocho personas hicieron temblar a la prensa.
INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora