Geólogo. Profesor emérito de la UBA. Investigadores enerito del CONICET.
Este título publicado hace unos días en la prestigiosa revista Nature, una de las más acreditadas revistas científicas a nivel global, desató una serie de notas en diarios de todo el mundo. Con diferente grado de sensacionalismo las diferentes interpretaciones daban noticias alarmantes acerca de las potenciales consecuencias que podría llegar a tener una detención del movimiento del núcleo interno de la Tierra.
La noticia procedía de la Universidad de Pekín en Beiging donde dos científicos Yi Yang y Xiaodong Song, especialistas en sismología, anunciaban que la velocidad de rotación del núcleo interno de la Tierra había disminuido a partir del 2009 de acuerdo con sus mediciones. Hacía unas décadas se había constatado que la rotación del núcleo interno era levemente más veloz que la del manto y ellos habían logrado determinar que ya no era así.
Para entender lo que está sucediendo tenemos que comprender como funciona la estructura interna de la Tierra. Hace muchos años que sabemos que la tierra está compuesta por una delgada corteza, que sobreyace al manto terrestre.
Estructura interna de la Tierra basada en datos sismológicos.
El manto terrestre que se extiende hasta los 2.600 km de profundidad está en estado sólido, compuesto por silicatos de magnesio y rota hacia el este en forma coherente con la superficie de la Tierra controlando la duración de los días.
El núcleo terrestre formado por básicamente una aleación de hierro y níquel muy densa tiene dos capas diferenciadas de diferente comportamiento. Un núcleo interno que va de los 5.150 km hasta el centro de la Tierra ubicado a 6.370 km de la superficie y que también gira hacia el este. Un núcleo externo fundido ubicado entre 5.150 y 2.900 km que tiene un comportamiento caótico y cuyos desplazamientos relativos al núcleo interno genera el campo magnético de la Tierra.
Se había asumido que la velocidad del núcleo y el manto eran similares hasta que en la década de 1960 se encontró que el tiempo de propagación de las ondas sísmicas en el núcleo terrestre indicaban que su velocidad era levemente superior a la del manto. El núcleo giraba más rápido, una décima de grado por año, que es un valor muy pequeño.
Las mediciones realizadas por los chinos indicarían que desde hace unos 14 años el núcleo empezó a girar a menor velocidad que el manto. Sin embargo, científicos de la Southern California University habían publicado en la revista Science el año pasado que había períodos más lentos y otros más rápidos que se alternaban.
¿Porqué es tan importante que eventualmente disminuya hasta detenerse la velocidad de rotación del núcleo? Si el núcleo terrestre se detuviera, no tendríamos un campo magnético que protegiera la atmósfera de los vientos solares. La no existencia de un campo magnético nos haría perder la atmósfera en unos pocos millones de años, con tremendas consecuencias para la vida en la Tierra.
Si aceptáramos que los cálculos de los científicos chinos son correctos y ese tren de disminución persistiera a través de los años, se necesitaría decenas de miles de años para que el núcleo detuviera su giro. Sin embargo, debemos tener en cuenta que prestigiosos científicos californianos indican que esos cambios de mayor y menor velocidad del núcleo se alternan a través de los años, y sería casi imposible llegar a observar una detención del núcleo.
Sobre esta base se puede afirmar que los cambios de velocidad son tan pequeños y que varían de menor a mayor velocidad alternadamente, que estamos muy lejos de necesitar preocuparnos por eventuales implicaciones tanto en su influencia sobre el campo magnético como en la velocidad de rotación de la Tierra.
Si ahora analizamos el titulo de la nota donde se pregunta si se ha detenido el giro del núcleo interno podemos sacar algunas conclusiones. Primero, la pregunta es provocativa para despertar el interés de los lectores, dado que el subtítulo aclara que lo que paró, es de rotar más rápido que el manto. Además, en los primeros párrafos esclarece que no todos los expertos están de acuerdo con esas conclusiones. Esta falta de consenso se debe a que las mediciones son muy complejas y las diferencias son tan sutiles que es necesario tener una larga historia de registro continuo de datos sísmicos para monitorear el movimiento del corazón del planeta… y que como afirmara uno de los científicos californianos “solo tenemos que esperar”, y seguir midiendo.
INVITADO
Víctor Alberto Ramos
Geólogo
Profesor emérito de la UBA e investigador emérito del CONICET