Con la sentencia a los rugbiers no se terminó la barbarie que cometieron ni tampoco las opiniones tanto de juristas como de comentaristas en general sobre el veredicto. Y quiero agregar que esa misma noche, en la que al mediodía se dio la noticia de cadena de perpetua para cinco y quince años para los otros tres, en el Canal C5N vi y escuché la continuidad de otra barbarie que rige entre rejas. Esa misma noche hubo una comunicación desde la cárcel con presidiarios que se prestaron a hablar de su venganza hacia los niños bien que iban a ingresar por haber matado a un buen pibe humilde. El haberlos escuchado fue una brutal declaración de lo que les iban a hacer para pagar el crimen cometido, ellos presidiarios que eran ladrones pero no asesinos, y que en algún momento se vengarían si los pibes iban a estar custodiados para protegerlos.
Desde el celular se escuchó la explicación con lenguaje propio dentro de las prisiones como un lenguaje con el que se entendían para no ser comprendido por los carceleros que los controlaban. Y ya es sabido que el bautismo para el que ingresa tiene un costo de vejación y tortura para debilitarlo, algo parecido a lo que los tratantes de mujeres hacen para bajar sus resistencia cuando las capturan para trabajar para ellos y rendimiento de sus ganancia al explotarlas. En el código dentro de la cárcel es condenarlos a ser sus señoritas, además de otras denigraciones. El uso de la palabra papá al periodista que lo escuchaba era la típica muletilla para sentir que quien los escucha les es familiar, algo así como” vos entendés lo que aquí adentro pasa y es que hacemos justicia por nuestras propias manos.”
Ya se vio por televisión la serie “El Marginal” en la que no solo los que manejan el terror son dueños de los más débiles si no que los que dirigen, cuidan y supervisan también son corruptos. Tarea no fácil la que cuidar a gente recluida por haber cometido acciones en contra de la ley y la convivencia desde el robo al crimen. Dentro de esas prisiones también hay droga, coimas, arreglos, amenazas y planes para desestabilizar el orden interno.
Las condiciones edilicias en las que son destinados son taperas de hormigón antiguas con paredes húmedas y dañadas por el tiempo y daños perpetuados por los presos; las camas y los colchones están entre percutidos e infectados de bichos; los baños impregnados de orina ancestral y las sábanas un resabio como las frazadas y las almohadas de haber sido alguna vez nuevas. Por ende entre las historias de indigencia de la que vienen y donde cumplen condenas no hay diferencia. Sus estadías por meses o años terminan por fomentar odio hacia una política que los abandona a su suerte y por parte de la Justicia de su futuro.
En el caso de los jóvenes, recuerdo haber tenido una experiencia al asistir a un taller de calzado de donde los presos que eran menores, aprendían a fabricarlos para poder ganarse la vida cuando salieran de la cárcel. Y fue cuando una asistente social que nos guiaba a los estudiantes de periodismo, contó que al estar libres y contar que estuvieron presos se les sumaba el rechazo de sus empleadores.
Después del desmayo del líder de los rugbiers y las lágrimas de sus compañeros pandilleros, los jefes de las bandas de la cárcel adonde serán confinados, vieron por televisión lo que pasó ese mediodía y al ser reportado dijo que los estaban esperando para darles la malvenida a su mundo. De este modo se sabe que hay dos justicias: la de las leyes y la de los presos.
INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora