Santo en la Web y en la Red

7 de diciembre, 2024

SOPLO DE VIDA. Rescatar a las mascotas y darle un hogar digno.

En “Soplo de Vida” tenemos una tarea hermosa pero difícil. Como cada refugio, nos topamos día a día con la indiferencia, el maltrato e incluso la muerte. Pero también nos cruzamos con milagros y la alegría de saber que, en la calle, gracias a nuestra labor, hay uno menos merodeando, uno menos pasando hambre y uno más que tiene otra oportunidad.

Es por eso que cuando nos preguntan a qué nos dedicamos o qué hacemos de nuestras vidas, repetimos un simple patrón. Todas tenemos nuestros estudios, trabajos, hobbies, pero cuando tenemos que responder dicha pregunta, sólo podemos pensar en la riqueza que nos brinda ser rescatistas de animales. Ser ese nexo que les permite convertir su pasado de abandono en un futuro lleno de amor. Los rescatistas solemos decir que ponemos la voz por aquellos que no la tienen. Pero con cada experiencia vivida hoy podemos decir que no estamos completamente de acuerdo con esa afirmación. Creemos firmemente que ellos tienen voz, sólo que al pasar, desconectados y apurados, muchas veces no podemos escucharla. Con el paso del tiempo pudimos empezar a comprender su idioma, a escucharlos realmente. Sólo se necesita frenar un segundo nuestras vidas y estar dispuestos a poner atención y mirarlos a los ojos. Estos pasos duelen mucho. Te sacan de eje. Vas a llorar. A veces de alegría y otras de tristeza, pero algo es seguro, y es que vas a salir de tu zona de confort. Ya no vas a caminar por la calle mirando el celular. Vas a caminar mirando las veredas, las bolsas de consorcio, rogando que no haya nada adentro moviéndose. Vas a pasar cerca de los tachos de basura con un sensor especial para escuchar algún lloriqueo. Un sensor especial que desarrollas con el paso del tiempo al decidir involucrarte. Ya no vas a disfrutar de una serie ese día de lluvia. Vas a quedarte pensando toda la noche en los que aún quedan afuera, pasando frío, esperando un hogar. Sabemos que no es fácil, pero creeme, la satisfacción de salvar una vida le gana a la comodidad. Solo basta con la primera noche verlos recuperarse, descansar sin miedo, dormir de verdad y sentir automáticamente que todo valió la pena.

Así fue como conocimos a Choki. Estábamos de “vacaciones”, pero siendo sinceras nunca descansamos, siempre estamos alertas. No tuvimos que esforzarnos mucho para verla, caminaba sola por una calle bastante transitada, con un agujero enorme en su cabeza, imposible de no ver ya que tenía el 75% de su cráneo al descubierto y estaba siendo comida por los gusanos. Pero a su vez era completamente invisible para las demás personas y no entendíamos cómo nadie se acercaba a asistirla. Aunque su recuperación llevó varios meses, ella en cada mirada nos aseguraba que todo iba a estar bien, y nosotras, aunque muertas de miedo, confiamos en ella. Una vez curada, su enorme lastimadura se volvió un corazón en su frente, no podíamos creerlo.

Choki fue definitivamente uno de los casos que más nos interpeló, y no por su gravedad; sino porque cuando creíamos que nada era suficiente, que no podíamos salvar a todos y nos inundaba la frustración de haber llegado tarde muchas veces, nos topamos con ella y aprendimos de su fortaleza, sus ganas de vivir y salir adelante.

Dejar ir a Choki con su nueva familia, separarnos de sus ojos color miel y su alegría, nos arrebató demasiadas lágrimas, no vamos a mentir. Pero verla hoy con la familia que siempre soñó, totalmente recuperada, nos da fuerzas para seguir adelante.

Ser rescatistas, es entender que no podemos salvar a todos, pero salvar una vida en representación a todos aquellos que no logramos rescatar, por ahora es un mimo al corazón y el granito de arena que podemos aportar. Cada día pedimos que seamos más los portadores de su voz, los involucrados, porque todos se merecen el mismo desenlace que Choki: “Saber que a la calle y a la indiferencia nunca más van a volver”.

Choki sano


Invitada
Luna Quevedo
Estudiante de Ciencias de Comunicación
SOPLO DE VIDA – ONG que se encarga de rescatar, recuperar y dar en adopción responsable a animales en situaciones de riesgo –

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