Poco importa si es de bronce, plata u oro. Lo que más feliz le hace es su vuelta al tenis y sí que fue a lo grande.
Juan Martín Del Potro vivió una semana soñada eliminado al número 1 (Novak Djokovic) y el número 3 ( Rafael Nadal) del mundo y casi al borde de la hazaña logrando lo mismo con el número 2 (Andy Murray).
Del Potro se mostró emocionado, siempre al borde de la lágrima a medida que avanzaba a paso firme en los Juegos de Río. Este sentimiento a flor de piel tenía un motivo y era su vuelta tras dos operaciones en su muñeca derecha y luego de pensar varias veces si era momento de colgar la raqueta.
Sin embargo, la vida y el deporte le tenían preparado la «mejor semana» de su vida, como él mismo expresó y consiguió lo que no había imaginado ni en sus mejores deseos.
«Me voy a mi país con una medalla, eso es increíble y dejando hasta mi última uña dentro de la cancha», dijo Del Potro y cerró: «Esto va a estar en mi memoria por siempre».
Para los que observamos su tenis, su lucha, su entrega en cada punto, se trae algo más que una medalla: recoge el fruto del esfuerzo y de no bajar los brazos aún en los peores momentos.
Gracias Juan Martín por tu ejemplo.