Santo en la Web y en la Red

26 de julio, 2024

Gabriela Galilea. ¿Yo? Menopáusica, ¿y vos?.

La conexión que siempre tuve con mi cuerpo es muy clara: hago deporte desde los 8 años, trabajo con él, lo conozco, lo percibo y me doy cuenta rápidamente cuando algo está pasando. Este año cumplo 49 y desde hace un tiempo empecé a sentir cambios: además de no menstruar regularmente, subí de peso, me empecé a sentir más cansada.

Mi metabolismo se iba poniendo más lento. Mis amigas y alumnas se acercaban a mí con los mismos planteos. Nos sentíamos a la deriva.

Fui a 80 mil médicas, por lo general ginecólogas, y empecé a contarles lo que me pasaba, a pedirles información, ayuda para prepararme para esta nueva etapa. Pero nadie me daba pelota. — Volvé en un año—, me dijeron. O simplemente me miraron con cara de “dejate de joder” y cambiaron de tema. Nadie me dedicaba el tiempo. Así que empecé a buscar información por mi cuenta, relacionada con lo que sé —el entrenamiento— para empezar a trabajar conmigo misma y con las mujeres que me rodean y poder generar herramientas para volver a reconocer nuestros cuerpos y descubrir cómo habitarlos y acompañarlos en esta nueva etapa.

Hablemos sin tapujos: envejecer es una “patada en el culo”. De eso no se habla. Y de entrenamiento y menopausia menos. Nadie nos asesora, nadie nos anima, así que ¡hagámoslo nosotras! ¡Tomemos el control en un mundo que prefiere dejarnos solas!

La menopausia, repercute en la calidad de vida y en la salud cardiovascular, metabólica y ósea, entre tamtas otras cosas. Si a los cambios propios de este proceso le sumas el sedentarismo, puede volverse una etapa complicada y desembocar en otras patologías.

Tal vez, como yo, se sientan mas cansadas pero a no aflojar: la actividad física siempre termina dando saldo positivo. “Transpirar la camiseta”, y no hablo de los sofocos, siempre paga. ¿Qué actividades recomiendo? Las que quieran, las que les anime: correr, nadar, bailar, saltar, levantar peso, andar en bici, todo suma.

Obviamente, como siempre digo, acompañadas por una profesional de la salud y una entrenadora (lo digo con A, obvio, levante la mano quien quiere entrenar con la que escribe) que pueda definir el nivel de entrenamiento previo y el proceso lógico a seguir.

Si nunca han practicado deporte, es fundamental que se sientan a gusto con lo que están haciendo, para generar el habito saludable de la actividad física. ¿Qué debemos tener en cuenta? Cada mujer experimenta estos cambios de distinta forma y con diferente intensidad.

Sabemos que la actividad física puede ayudarte a atenuar síntomas y procesos como: cambios en la composición corporal (aumento de peso, acumulación del tejido adiposo en la cintura, pérdida ósea), detener la sarcopenia (pérdida de masa muscular), aminorar los síntomas vasomotores (conocidos como sofocos), regular la disminución de los estrógenos (que además de regir la vida fértil de la mujer, la protegen del riesgo cardiovascular) y el insomnio.

Esto no es un secreto: la actividad física genera hormonas de placer (endorfinas) que contrarrestan el posible estrés propio de la menopausia. Además, la fatiga inherente a la práctica deportiva lleva al cuerpo a dormir mejor para recuperarse.

La actividad de resistencia cardiovascular (correr, nadar, andar en bici), por su parte, fortalece el corazón y contribuye a frenar el aumento de la resistencia a la insulina, asociado a la edad. Y algo muy específico para la mujer menopáusica: las actividades con impacto ayudan a salvaguardar la salud de los huesos.

El deporte de impacto estimula la producción de masa ósea. ¿Cuáles son los deportes de impacto? Correr, bailar una coreo donde haya saltos. Finalmente, vamos a romper algunos mitos: en esta etapa es fundamental trabajar la fuerza porque con ella vamos a generar masa muscular. Pero esto no se trata de ponerse a cargar pesas como locas, de un día para otro.

La fuerza se puede trabajar con tu propio peso (sentadillas, planchas, flexiones, por ejemplo) o con bandas elásticas. Subir escaleras es trabajar la fuerza. También lo es cargar unas mancuernas o una barra. No hay una receta única. Cada una de nosotras deberá buscar aquella rutina con la que se sienta cómoda. Cada una encontrará el camino para transitar esta etapa con amorosidad hacia el cuerpo presente, acompañándolo y redescubriéndolo

Invitada Gabriela Fernández Galilea

Fundadora de Bienestar en Red

@Bienestarenred

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