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La verdad sobre Ofiuco.
El tema del signo Ofiuco lleva años, y cada tanto diferentes medios de comunicación lo reciclan para refutar la validez de la astrología y del Zodíaco.
En primer lugar, los signos y las constelaciones no son lo mismo. Antiguamente, los astrónomos observaban el cielo y agrupaban las estrellas en constelaciones, grupos de estrellas, a las que asignaban nombres de acuerdo con figuras que las estrellas formaban entre sí, unidas por líneas imaginarias.
El Zodíaco no es real en sentido físico. Es una franja simbólica que se asigna al cielo siguiendo la eclíptica, el sendero que traza el Sol en su órbita aparente alrededor de la Ttierra durante un año (en realidad, la Tierra se mueve alrededor del Sol, pero esto se efectúa desde la observación terrestre).
Los signos son doce tramos del cielo tomados desde la eclíptica, partiendo desde el punto vernal (0º de Aries, equinoccio de otoño). Representan una división del cielo similar a los doce meses del año y debido al fenómeno de la precesión equinoccial, no se corresponden con las constelaciones de las que deriva su nombre.
Los símbolos que definen a cada uno de los signos zodiacales proceden de una simplificación del diseño de las doce constelaciones que los originaron, pero no son las constelaciones.
Ofiuco es una constelación vecina a la franja zodiacal, entre las constelaciones del Escorpión (Escorpio) y del Arquero (Sagitario). Pero, como explicamos, no es lo mismo “constelación” que “Zodíaco”. En otras palabras, no corresponde a ningún signo zodiacal.
El número doce se relaciona con una perfección del universo. Divide el círculo y sus 360° en fracciones de 30° cada una, al igual que un año se divide en 12 meses. No es un número tomado al azar.
Incorporar un signo número trece al Zodíaco busca traer caos a un Universo perfecto. El Zodíaco es eterno, inmutable e igual a sí mismo.
Jimena Latorre
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TRIBUNA ABIERTA