El Papa alertó en su tradicional Ángelus en Plaza San Pedro que la Iglesia “no debe volverse fría e incapaz de dar vida” y destacó que tiene que estar próxima a “los que sufren, a los necesitados, a los refugiados y a tanta miseria humana”. El sumo pontífice expresó que aquellos que promueven el evangelio en lugares hostiles incluso bajo el riesgo de perder su propia vida le producen admiración.
“Su ejemplar testimonio nos recuerda que la Iglesia no necesita burócratas y funcionarios diligentes, sino misioneros apasionados, devorados por el ardor de llevar a todos la consolante palabra de Jesús” sentenció.