Hay salones para “sentarse” y salones para “retirarse”.
Desde el palacio Buckingham en Londres, hasta el Balmoral en Escocia, pasando por el majestuoso Castillo de Windsor, la reina Isabel tiene muchas residencias en todo el Reino Unido pero no hay livings en ninguna de ellas.
La explicación es la división que hacen en la familia real desde tiempos inmemoriales entre los salones para “sentarse” —sitting rooms— y los salones para “retirarse” de la vista del público —drawing rooms—.
Los primeros son aquellos utilizan los miembros de la realeza para su intimidad, en los que, por ejemplo, miran televisión.
Los segundos, se reservan para visitas y reuniones formales. Estos suelen contar con decoraciones más extravagantes.
El drawing room de Sandrigham se impone con un techo pintado con detalles lujosos en la cornisa y una llamativa alfombra estampada.
En el caso de ese cuarto en Buckingham, la opulencia es protagonista: es una sala dorada con espejos, obras de arte y muebles de categoría. La reina puede entrar allí a través de una puerta secreta.