Según estos datos, en octubre del año pasado cerca de 2,2 millones de personas en Bolivia (el 19 % de la población) se encontraban en situación de inseguridad alimentaria aguda.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) alertó este lunes que Bolivia requiere seguimiento por riesgo de hambruna, ante el deterioro de la inseguridad alimentaria debido a las condiciones económicas y de escasez de combustible que existe en el país.
El reporte emitido por la agencia para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) señala que Bolivia es uno de los países a monitorear respecto a la situación del hambre.
“Se prevé que la inseguridad alimentaria aguda se deteriore durante el período de pronóstico, debido a la alta inflación sostenida y la disminución de las reservas de divisas. Se proyecta que esto continuará erosionando la capacidad de importación y el poder adquisitivo de los hogares, limitando aún más el acceso a los alimentos”, señala el informe.
El documento agrega que la escasez de combustible obstaculizará las actividades agrícolas, reduciendo aún más la producción de maíz tras una cosecha ya inferior a la media obtenida en 2024.
Según estos datos, en octubre del año pasado cerca de 2,2 millones de personas en Bolivia (el 19 % de la población) se encontraban en situación de inseguridad alimentaria aguda.
El país atraviesa desde hace dos años una crisis económica marcada por la escasez de dólares y el surgimiento de un mercado paralelo de divisas que ha provocado un alza en el precio de la canasta familiar, que es cada vez menos asequible para las grandes mayorías. El último dato de la inflación interanual supera las cifras de los últimos 30 años, según el Instituto Nacional Estadística (INE), y la proyección inflacionaria del Gobierno para este año fue rebasada en los primeros cinco meses.
A esto se suman los periodos de escasez de combustible, que son cada vez más frecuentes y prolongados, debido a la falta de dólares. Bolivia depende de las importaciones para abastecer su mercado interno: compra casi el 90% del diésel y el 56% de la gasolina para cubrir la demanda, por lo que los retrasos de adquisición perjudican sectores estratégicos como el transporte pesado o el agrícola, además de generar largas filas en las estaciones de servicio.