“Cariñoso” abuelo y padre de día, pero un violador de noche.
Psicólogos y psiquiatras describieron a Dominique Pelicot, juzgado en Francia por drogar a su mujer para que la violaran 50 desconocidos, como un hombre consumido por “fantasías obsesivas”, cercanas a la necrofilia y con falta total de empatía.
Ante el tribunal de Aviñón los especialistas profundizaron en el perfil de este hombre de 71 años, que se enfrenta junto a otros 50 personas a hasta 20 años de prisión por violación agravada.
Como todos los días, estuvo presente la víctima, Gisele Pelicot, con quien el acusado tiene tres hijos y seis nietos.
El hombre esgrime que a los 9 años sufrió un asalto sexual en un hospital y que a los 13 tuvo otro episodio traumático, al supuestamente presenciar una violación múltiple. Esos hechos, según la defensa, cambiaron por completo su vida.
“De día, puedes ser coherente y, de noche, parecer diferente”, dijo el experto Bruno Daunizeau, quien habló de “doctor Jekyll”, en referencia al siniestro científico de la novela de Robert Louis Stevenson.
Se lo describe como “un honorable esposo, padre, abuelo cariñoso, y un estimado amigo”, pero, al mismo tiempo, como alguien “muy manipulador, que miente mucho”, dijo el psiquiatra Paul Bensussan.
“Su personalidad tiene dos caras: por un lado, es un patriarca en el que sus allegados pueden confiar” y por el otro, “usa la mentira y el secretismo”, dijo la psicóloga Marianne Douteau.
Estos rasgos serían parecidos a los de su padre, al que odiaba, según Douteau.
“La sexualidad del señor Pelicot parece calcada de su personalidad: ordinaria en público, pero dentro de su pareja tiene una sexualidad tenaz”, explicó.
El principal acusado tiene “fantasías obsesivas”, según Bensussan. Por un lado, describe sus relaciones con su esposa como “dentro de la normal”, pero, por otro, es aficionado al voyerismo y al exhibicionismo, explicó.
“El voyerismo forma parte de su dinámica psicosexual”, confirmó la psicóloga Annabelle Montagne.
Señaló el “egocentrismo” del acusado y su “propensión a considerar a los demás como objetos manipulables”.
A Gisèle Pelicot, de la que se divorció en agosto, le suministraba sustancias para dormirla, para que decenas de desconocidos la violaran entre 2011 y 2020, primero en la región de París y luego en Mazan, en el sur de Francia.
Hasta que se descubrieron los hechos en 2020, sus nietos, a quien ayudaba en sus deberes y acompañaba a sus actividades deportivas, lo adoraban.
Con sus vecinos, salía en bicicleta.