A 45 años de la desaparición de Walsh: la casa del barrio de Saavedra donde fue vista una caja con los cuentos inéditos del escritor.
A 45 años de la desaparición de Walsh: el misterio de los cuentos inéditos cuya rastro se pierde en una casa de Saavedra.
Walsh y el misterio de las cajas con sus cuentos inéditos.
El rastro de la obra inédita de Walsh no se pierde en la ESMA. No fue ese el último destino donde vieron los papeles robados en el operativo de su casa en San Vicente, a las pocas horas de emboscarlo.
Seguir su derrotero fue una tarea compleja. Una reconstrucción sinuosa e incompleta.
Los sobrevivientes acreditaron haberlos visto en distintos sectores del centro clandestino: El Dorado, La Pecera y un ropero de la oficina del Sótano.
Todo eso sucedió entre 1977 y 1978. En esos meses, los marinos lograron ordenar, clasificar y archivar todos los papeles de Walsh. No hay indicios de que hayan decidido quemarlos o hayan intentado desprenderse de ellos. La intención de preservarlos era evidente.
Cada grupo de tareas tenía su propio archivo que se iba generando con la documentación robada en los operativos. Era la manera de recopilar información para poder armar el organigrama de las distintas estructuras de Montoneros. Una suerte de rompecabezas de cada ámbito de militancia. Con ese mapa, la cacería se hacía más efectiva.
La documentación que circulaba por la ESMA era microfilmada. Una parte del trabajo se hacía dentro del centro clandestino. La otra, en las instalaciones de una productora audiovisual llamada Chroma S.A. que la Marina había montado en Besares 2025, en el barrio de Núñez. La propiedad donde funcionada la empresa estaba a nombre de Juan Héctor Ríos, una falsa identidad que usaba el teniente de fragata Jorge Radice. En ese lugar, se microfilmaba sólo en la madrugada cuando la productora no estaba en funcionamiento.
La orden había sido clara: de cada documento debían hacerse tres copias.
Una iba a parar al archivo del Servicio de Inteligencia Naval. El destino final de esos documentos sigue siendo un misterio, pero está claro que Radice es un personaje clave en la ruta de los papeles de Walsh. Fue un hombre de máxima confianza del almirante Emilio Eduardo Massera. Por eso, y por sus conocimientos contables, le asignaron la Tesorería del centro clandestino. Si bien nunca dejó su cargo operativo, era el encargado de las finanzas de la ESMA.
En los primeros meses de 1979, ya con Massera fuera de la comandancia, se decidió sacar del centro clandestino toda la documentación sensible que buscaban preservar. Hacía pocos meses que lo había reemplazado el comandante Armando Lambruschini. El cambio de manos dio lugar a recelos internos.
Varias cajas repletas de papeles fueron a parar a distintos domicilios. Uno de ellos, lo aportó Radice. Desde comienzos de ese año, Ruger, como lo conocían en la ESMA, puso a disposición del proyecto presidencial de Massera la casa de sus padres en la esquina de Zapiola y Jaramillo, Saavedra. El lugar fue acondicionado para funcionar como una oficina donde un grupo de detenidos realizaba tareas de monitoreo de medios de comunicación. Los informes del clipping diario iban a parar a la otra oficina de Massera en la Cerrito 1136.
Los prisioneros, que eran forzados a trabajar, cumplían con una rutina laboral vigilados por un primo de Radice de apellido Barletta que hacía de guardia y vivía a metros del lugar.
Dentro de la casa, los detenidos desplegaban su tarea en una habitación del primer piso que tenía una mesa gigante donde apoyaban los diarios para leerlos, marcarlos y resumirlos. Podían usar el baño, la cocina y el patio, incluso algunos se quedaban a pasar la noche; pero tenían prohibido acercarse a uno de los cuartos de la planta baja que siempre permanecía cerrado con llave.
INVITADO
Facundo Pastor
Periodista, Escritor