Mayor progresividad a la estructura tributaria evitara que los sectores mas vulnerables se vean afectados por la actual crisis que atraviesa el país.
La carga tributaria de un país es el porcentaje del PBI que recauda el Estado a través de impuestos.
En la Argentina tenemos 163 impuestos, miles de regulaciones y una burocracia feroz que nos devora todos los días. No obstante, el 95% de la recaudación del tesoro nacional se concentra en tan solo diez impuestos.
El estancamiento absoluto generado por la gran presión impositiva, priva a la gente de tener capacidad de ahorro y a los empresarios de contar con condiciones viables para potenciales inversiones.
La presión impositiva no solo nos oprime, sino que es sentida por la población y a veces no nos damos cuenta, o peor si nos damos cuenta y terminamos siendo sufrientes de las impericias, negligencias e imprudencias de toda nuestra dirigencia política
Los impuestos en la Argentina se agrupan en 4 clases:
1) A los bienes y servicios: el mayor es el impuesto al valor agregado, también denominado “IVA”. Este tributo afecta directamente a los sectores de menos ingresos que consumen la mayor cantidad de servicios básicos primarios. A su vez resulta costoso para las sociedades comerciales y contribuyentes autónomos generando menos competitividad entre estos sectores. Integran también esta primera característica el impuesto a las bebidas alcohólicas, combustibles, cigarrillos, entre otros.
2) A los ingresos, beneficios y ganancias de capital: acá encontramos el impuesto a las ganancias, creado por la Ley N°20.628, es un tributo nacional y anual que grava la obtención de una renta o salario. Dentro de esta categoría se encuentran las contribuciones a la seguridad social, impuesto necesario pero distorsivo, asfixiante y poco equitativo.
3) A la propiedad y a la riqueza: impuestos a los bienes personales e inmobiliario. Esta es una característica muy dinámica y volátil, puesto que es usual la creación de impuestos que nacen con carácter temporario en un contexto económico determinado y luego permanecen fijos en nuestro sistema tributario.
4) Al comercio y a las transacciones internacionales: aranceles a las importaciones y exportaciones, llamados socialmente “retenciones”. Así como el porcentaje de alícuota de los productos primarios más importantes como la soja, el maíz y el trigo, entre otros.
Esta enorme estructura impositiva presenta altos grados de regresividad ya que se le cobra más a los que menos tienen y un rasgo distorsivo que afecta a los precios del mercado de los productos, sin ningún criterio de orden público. El contexto evidencia no solo la complejidad y la brutalidad de los impuestos en nuestro país, sino también el poco respeto a los principios rectores del derecho tributario.
La gran cantidad de impuestos y contribuciones que debemos afrontar en la Argentina le resta competitividad al país en el mercado internacional, el cual observa con detenimiento dónde depositar sus futuros capitales de inversión.
Debemos pensar que la sociedad necesita una reforma tributaria gradual que tenga su norte en la de quitar progresivamente el pie de encima a las empresas para que inviertan más y la recaudación se compensa con una mayor descomprensión fiscal, reducción de IVA, fomentar la equidad y limitar las cantidades de impuestos y no gravar la renta financiera para que no impacte en el PBI.
Finalmente debemos ser conscientes que sin empresas no hay empleo, sin empleo no hay consumo, sin consumo no hay economía y sin estos factores, no hay país serio que pueda desarrollarse.
Los impuestos, la inflación y los costos laborales están devorando las expectativas y las posibilidades de la sociedad en desmedro del futuro crecimiento. Con este nivel cuantitativo de tributos originados por Gobiernos ineptos y la inoperancia operativa de la ventanilla del estado de turno, es imposible el crecimiento económico y social que requiere nuestro País.
La realidad nos invita, no solo a los especialistas en la materia, sino también a gran parte de la sociedad, a una revolución impositiva.
INVITADO
Juan Pablo Chiesa
Abogado Laborista. UBA. Magister en Empleo y en Políticas Públicas.
Dirigente político y Presidente de Ap´titud Renovadora.
TRIBUNA ABIERTA