10 de diciembre, día en el que asumió el nuevo presidente de la Argentina, fue un festejo de 10 horas. En este cálculo de 10 a 10.
Lo que se organizó fue un campeonato a la resistencia. Con la alta temperatura reinante el protocolo organizó un exigente programa al
exponer desde el nuevo presidente y a sus acompañantes e a un programa agotador de 10 x 10 que fue largo.
Y hubo bemoles que fueron independientes del protocolo como la jura yentrega del bastón de mando dentro del Congreso con la actuación
desagradable de la saliente vice presidenta, conocida por su personalidad creyendo que es dueña del país, Cristina Kirchner, fue
vestida de rojo, quizá para frenar el mal de ojo. Al despedirse, escuchando algunos que le dijeron palabras impropias no respetando que fue la asunción de un nuevo presidente, hizo el gesto “fuck you” al mejor estilo de prepotencia y mala educación. Un “fuck you” de bronca perdedora quien en cumplimiento del deber y desprecio por los que ganaron se resignó a pasar de ex presidenta a vice a locutora. Vestida al estilo erótico de Carmen de la ópera de Bizet, fue parte junto al presidente saliente de la amargura de la despedida. Pero ella no fue menos al no saludar a su heredera. Debió haber sufrido disimuladamente hasta la evidencia metiéndose lasmanos en los bolsillos para no mostrar su crispación. Tal vez recordando la no entrega del bastón presidencial a Macri haciendo una terapia de cancherismo simpático al querer ver y tocar las cabecitas de los perros amados por el presidente Milei esculpidos por el renombrado platero Pallarols.
Ese dúo del fracaso de cuatro años sufrió un shock al tener que delegar el mando después de tanta ineficiencia e impunidad. Recordando aquel 10 de diciembre del 2019, cuando asumieron al regresar después de haberle ganado al macrismo, prometiendo que volvían para salvar al país. Sobre el escenario montado delante de la Rosada ofrecieron un espectáculo decadente de música y cantantes que fueron el muestrario de lo grosero de la era educativa por venir. En aquella ocasión Cristina se vistió de blanco porque se volvía a casar con el pueblo que la amaba.
Las 10 horas del 10 es una medida de esfuerzo humano que merece ser revisada. Fueron 10 horas que al finalizar, excepto por el arreglo de
todos para ir al Teatro Colón como cierre a la asunción del nuevo presidente y compañía, fue agotador.
Javier Milei al hablar ante el pueblo sobre el drama económico que heredó del saliente gobierno, que lo hizo para no repetir el error
que cometió Macri al asumir en el 2015 al no contar la verdad que le había dejado el kirchnerismo, debería haberlo pronunciado en el
Congreso y luego en la escalinata un saludo al pueblo que lo aclamaba para agradecer su apoyo y alegría. El haber expuesto 40 minutos un
discurso crudo sobre la verdad de lo que heredó el pueblo argentino, bajo el sol de verano, exponiendo a los argentinos que fueron a apoyarlo y a los visitantes extranjeros, fue de un error de terror. El protocolo debería haber pensado en un toldo para los representantes extranjeros y entrega de botellas de agua para todos.
Las 10 horas de programación y organización fueron agotadoras y soportadas por los principales protagonistas locales y extranjeros, la
gente en la calle, los distintos cuerpos militares y la seguridad que estuvo al pie del cañón, pero fue todo muy largo. Incluso en el
tramo final en la Catedral, en el rezo antirreligioso, también hubo exceso.
Ha pasado otro 10 de diciembre que recuerda y festeja la democracia y la participación de los argentinos. Esta vez con un nuevo presidente
que se acercó a saludar como si hubiera sido un ciudadano. Hay esperanza en la gente y predisposición a enfrentar un duro desafío con
un alto costo como protagonistas y no como títeres manejados para beneficios políticos de pocos a costa de muchos.
Que el cambio de mando de la Argentina del 2027 sea más breve e igualmente emocionante como éste último.
INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora