El último acto del 25 de Mayo, armado por la Vice Presidenta de la Nación, fue el montaje perfecto de una artista que sufre de narcisismo a ultranza con síndrome de salvadora al llenar la Plaza de Mayo como altar para su adoración. Acostumbrada a creer que ella es la Patria misma, en sus oídos necesita el clamor popular para escuchar que vuelva a presentarse como Presidente: “Cuatro años más y no jodemos más”.
Esa necesidad de haberse asumido como la más importante del gobierno para celebrar la revolución y la independencia nacional es por creerse dueña de la verdad, el progreso y de la Justicia a su manera. El no invitar al presidente que ella eligió para manejarlo, despreciarlo y odiarlo, la hizo única en el escenario, el micrófono, la puesta en escena, los decorados, los efectos musicales, el público, los manifestantes acarreados, los colectivos de transporte escolar más allá de la plaza estacionados, los carteles, las banderas, los cánticos, los aplausos y el espejo del ego ante la multitud. Pero esta vuelta fue vestida deportivamente. Fue un buen vestuario elegido para mujer que deja correr sus palabras sobre las pistas de las transmisiones, malabarista de los hechos, embrolladora y tejedora de información para llevar agua a su costal. Estaba allí y lucía sencilla como el pueblo. Fue realmente una imagen contraria a la de siempre, no tan lujosa, pero de moda, y no parecida a la imagen de Evita con sus ropas de alta costura, sombreros y tapado de visón cuando les hablaba a los descamisados. Al presentarse Cristina con joggings y zapatillas, quiso demostrar que descendió de su categoría de reina a plebeya. Algo así como que yo me juego siempre, aunque la quieran matar y proscribir, ella está con el pueblo…y así lo dijo.
Detrás de esa postura de artista consumada estaba la estampita de madre y abuela de familia, para que los medios y la gente supiera que ella es mujer, viuda de Kirchner, madre abnegada y con nietos, que llevó para que recuerden a la versión o “La última marcha cristinista”, ah, y faltaba nombrar a la tía Alicia y a la ex esposa de Máximo y compañía. ¿Sabrán los nietos que esa abuela al perder las elecciones en el 2015 en un acto de falta de democracia, mala educación y corrección, se negó a entregarle el bastón presidencial al ganador Mauricio Macri? Se los veía a los nietos paraditos, muy lindos, y fotografiando con sus ojitos eso que pasaba. Además, como abuela juguetona los puso en un paisaje lo más parecido al Calafate, en vez de la Casa Rosada, con un alto grado de espectacularidad teatral y ficcional. Pero fue un montaje caro que el pueblo empobrecido pagó.
Paralelamente, el raleado del convite se subió al avión que se compró como el sueño del pibe. Se fue a Chapadmalal para tener el mar como testigo, ahí fue acostumbrado a hacer lo que se le antoja y no lo que debe, se llevó su valijita de hombre echado de casa con pocas vituallas y la guitarra en mano para contarle a Gardel y a Dylan sus coplas y sus canciones folklóricas con mate menos tortas fritas por su problema intestinal.
El 25 de Mayo del 2023 será recordado por la lluvia igual que el 1810, pero sin Primera Junta, ni juntadera entre el Presidente de la Nación y la Vice, desde el balcón ante el pueblo argentino, que enfermo de fracasos peronistas-kirchneristas no pudo decir ¡SALUD!
INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora