Ayer la “Plaza de los dos Congresos” estuvo dividida como lo está el país. Esa palabra grieta que impuso el kirchnerismo fue y es la barrera para denunciar y detrás de ella escudar sus propios errores incorregibles.
En la maratón inhumana del trabajo de los diputados para votar a favor o en contra de la “Ley del Aborto” en su media sanción se jugaron muchas cosas. Una la peligrosidad de los abortos clandestinos en los que el negocio insalubre en la mayoría de los casos para las mujeres que no tienen recurso o los métodos caseros para deshacerse del feto es un ejemplo; para las que pueden pagarlo en consultorios clandestinos es otro camino en el que la mayor parte de las veces ellas no tienen noción de lo que significa para su alma y su cuerpo si pudo haber sido mal practicado, y está el caso de las eternas curanderas que juegan a la medicina casera y el riesgo doble en infecciones y traumas uterinos.
El aborto como método para deshacerse de un embarazo es vieja como el tiempo. En esa decisión entran a jugar situaciones personales que oscilan entre un encuentro furtivo con un hombre desconocido, una relación al paso sin cuidado con una pareja, una grave situación de familia, una falta de responsabilidad para tenerlo, una carga que se suma a problemas o que perturba una vida de soltera, casada o separada, etc.
Decidirse a tener un hijo es una responsabilidad para toda la vida y puede ser un placer infinito o una carga. Todo depende de lo que esa criatura significa en eso que se llama amor para algunos, metejón para otros, calentura, atracción fatal, violación reiterada para someter, enganche de un donjuanesco y en el otros casos el placer de ser madre a toda costa.
La religión siempre se ha metido en la cama de la gente, ya sea para controlar las pasiones a las que llama pecado o para que se tengan los hijos que Dios manda, o sea, los espermatozoides y óvulos que se fecundan y llevan nueve meses de incubación. Lo que no existe es la concepción divina como en el caso de la Virgen María. La ciencia ha logrado concepciones sin intervención corporal que le dio y da vida a tantos soñadores de ser padres.
La política también se ha metido siempre en la cama de sus ciudadanos sobre todo en los totalitarismos como la dictadura nazi, fascista, comunista y peronista. Porque había que engendrar hijos para el Estado con infiltración ideológica desde el vientre y una vez paridos eran pertenencias del mismo. Hitler hacía distinción entre las madres rubias para tener hijos de raza aria pura y Evita decía que los chicos antes de decir mamá tenían que decir Perón y leer el libro UPA.
Lo que pasó ayer ante el Congreso fue una movilización que parecía un jardín de infantes con jóvenes que vitoreaban el derecho al mismo sin tener responsabilidades sexuales, sin respeto de sus cuerpos. Los cánticos y sus rondas entre pechos al aire libre y saltos entre chicas fue lastimosa. Es como si los varones hubieran bailado con las braguetas abiertas. El espectáculo fue una orgía como diciendo de aquí en más, respaldados por el gobierno que se sumó a la campaña de ganar votos, de ahora en más me embarazo, el estado me paga el aborto y nos acostamos sin cuidados.
Fue una pena tantas horas de expositores sobre un tema que debería ser del Ministerio de Educación prioritario para llegar a tener una futura generación preparada para enfrentar la sexualidad con placer y responsabilidad.
INVITADA
Martha Wolff
Escritora y periodista