Santo en la Web y en la Red

29 de enero, 2025

Martha Wolff. Al amor de Oriana Fallaci lo silenciaron como a Nisman.

“Fuiste escritora, corresponsal de guerra y activista política. Naciste en un hogar antifascista en Florencia. Tu padre fue torturado por las camisas negras. De adolescente colaboraste con los partisanos. Pasabas municiones de una orilla a la otra del Río Arno”.

Fuiste valiente periodista, amante de la libertad, acusadora del terrorismo islámico y de las consecuencias de la invasión inmigratoria árabe a Europa.


Fuiste escritora, corresponsal de guerra y activista política. Naciste en un hogar antifascista en Florencia. Tu padre fue torturado por las camisas negras. De adolescente colaboraste con los partisanos. Pasabas municiones de una orilla a la otra del Río Arno.


Estudiaste medicina, pero terminaste siendo cronista y entrevistabas a los poderosos que gobernaban el mundo. Enfrentaste a los autores del bien y del mal que gobernaban exponiendo a sus pueblos según su ideología.


Fuiste dueña de un estilo provocador, punzante e irritante al hacerles preguntas. Confesaste que en cada reportaje que hiciste dejaste jirones del alma.


Fuiste una periodista denunciante, de garra y valiente. Siguiendo tu pasión por la Libertad y la Democracia fuiste a Atenas a entrevistar a Alexandros Panagoulis… un revolucionario que se reveló contra la tiranía griega.


Alexis Panagoulis estuvo cinco años preso en una celda minúscula, algo así como una tumba de cemento. La cabeza de la dictadura militar, la “Junta de los Coroneles” Panagoulis intentó matar a Geórgios Papadópoulos (militar reconocido en Grecia). Fue el 23 de agosto de 1973, un día que cambió su vida.


Fue cuando conociste personalmente a Alexis. Venías siguiendo su historia.


Viajaste a Atenas y fuiste a su casa y fue cuando él te reconoció entre la muchedumbre. Te hizo pasar para saludarte y hablar en privado. Sobre una mesa había un libro tuyo traducido al griego y al lado un ramo de flores. Se saludaron y por lo pactado comenzaste a grabarlo.


Su voz y su decir te cautivaron. En su mirada se movían fantasmas, mordía su pipa y retomaba el aliento. Tuviste la certeza que se trataba de un hombre duro y tierno a la vez y sobre todo cuando te mostró las cicatrices de su cuerpo. Según tus palabras sentiste que estabas ante un Cristo mil veces crucificado.


Luego entre bocanadas de tabaco habló de sus fugas, de los falsos fusilamientos a los que fue sometido, de sus huelgas de hambre, de sus desmayos para descansar de las torturas, de todo lo que le negaron como ser humano, al no dejar que el poeta que era, escribiese. Lo hacía con su sangre hasta que se congelaba. Él dijo que no quiso matar a un hombre sino matar a la tiranía.
Alexis le confesó que al salir de la cárcel se encegueció y tambaleó por el sol negado, por haber perdido el sentido del espacio en una celda de 1,30 por 3 metros.


La madre de Alexis los atendía y había preparado la cena. Vestida de negro por lo padecido, no solo por este hijo ya que provenían de una familia de héroes de dos centurias. Su esposo había fallecido cuando Alexis estaba en prisión, un hermano militar fue desertor y declarado desparecido y otro antifascista. Le había preparado una cama para descansar después de un largo viaje.


En esa intimidad pasaste 24 horas escuchándolo y una hora para enamorarte de él. Oriana, habías encontrado un espejo donde verte reflejada. Sobre el amor repetía que no se podía vivir con él.


Después de Atenas se volvieron a encontrar. Siempre fueron perseguidos y controlados porque eran un peligro para la dictadura griega. Tuvieron un amor tormentoso. Alexis volvió a Grecia cuando cayó el gobierno militar bajo una aparente democracia con viejos desestabilizadores para derrocarla.


Fue elegido diputado. Prefirió ser independiente denunciando un contragolpe con pruebas para demostrarlo. Un día antes de anunciarlo en el Parlamento lo chocaron de atrás. Lo mataron para frustrar su denuncia.


Asesinaron a tu hombre con mayúscula, a un libertario griego.


Oriana Fallaci se refugió en su casa de Florencia ya muy enferma de cáncer.


Frente al Arno soñaba cruzarlo con Alexis para vivir felices.


Alexis Panagoulis como tanto otros fueron víctimas de la intolerancia y de enemigos. Cómo tantos otros entre ellos el ex premier israelí Isaac Rabin y el fiscal Alberto Nisman.

INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora

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