Llegó la Primavera y brotó la Argentina con mucha plata regada con la bronca de los resultados de las PASO. Repentinamente en los días que prosiguieron el resultado de las urnas de un país blindado de prohibiciones, en el que se rompió el dique, estalló la abundancia y el permiso para todo y para todos.
De las calles vacías a los amontonamientos, de las clases por zoom al presentismo, de la crisis económica a la invitación a consumir, emitiendo dinero para que el pueblo disfrute de lo vedado por la crisis, y la otra parte embroncada por bancar el derrame. Una filosofía que raya con la desesperación, de haber sido herido el ego por lo que estaban haciendo, estaba bien.
A este panorama después del Hiroshima electoral, había que dar la noticia del embarazo de la primera dama, para alegrarle la vida al pueblo. Muchos se preguntan si los gastos para enfrentar el embarazo serán tan cuantiosos como los recursos destinados a su belleza y vestuario, que tendrá que lucir como lo fue durante las restricciones. Habrá que pensar en un psicólogo canino para tratar el trauma de Dylan de dejar de ser el preferido, de la decoración de la pieza del heredero, los modelos de maternidad a diseñar, pero esta vez sin barbijo haciendo juego, que hicieron furor cuando la pareja presidencial viajó al exterior. Chau a los estiletes y ahora vienen los tacos bajos, contrato con ecónomas para las recetas de cocina para no engordar, de un lugar privado para que el Presidente pueda dormir y gobernar para cuando llore el bebé, de los tratamientos de belleza para que no se arruine su piel, los mensajes sobre el estado progresivo de la gestación y los fotógrafos que saquen tomas de la felicidad de los futuros padres. Todo esto que también se hizo en pandemia para mantener a la señora como un ejemplo de silueta, bien vestida para exhibirse en las relaciones públicas. También aumentar la dieta de Dylan, que ansioso deberá satisfacer su ansiedad.
Hubo muchos cambios en el país desde las PASO que no pasaron, que no digirieron los perdedores, ya que ahora regalan cocinas, calefones, televisores, bolsas de comida, bicicletas y patinetas para poner en movimiento al país. Postal ya conocida de otros tiempos vividos cuando la beneficencia del Estado cubría los males endémicos de conducción social.
Nada nuevo bajo el sol argentino, nada más que con la Primavera todo fue más evidente. Salta a la vista lo que se trama y lo que se organiza. El autogolpe que generó la vicepresidenta el mirarse al espejo y preguntarle quién era la más linda. La respuesta fue la oposición, fue cambiar ciertos mandos para seguir mandando bajo un tratamiento psiquiátrico de control por un lado y de dominio por el otro.
De aquí a noviembre vamos a creer que estamos viajando del país “Del no me acuerdo” de María Elena Walsh al país de “Todo cambia” cantado por Mercedes Sosa. Un cambio en que todo tiene que aparentar ser distinto para seguir igual que siempre, desde el bombo peronista y los que te cuento salían al balcón de la Plaza de Mayo.Será como un muestrario del disconformismo y de fanatismo.
De este modo de la noche a la mañana somos otro país, en lo que casi no se habla de Covid-19, ni de vacunas, porque el oficialismo muestra su hazaña de recuperación al camino de la sanación, y la cara de la derrota disfrazada, de que se puede cuando se quiere y no cuando se debe.
INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora