El lunes 22 de abril comienza Pesaj, La fiesta de la Libertad, fecha de cuando el pueblo judío se convirtió en nación. Es una celebración de gran significado por el ayer y por el hoy. Es una continuidad de enseñanzas para recordar la esclavitud y el camino de la redención. Es poner en un plato símbolos que compusieron esa epopeya humana y divina. Es una fiesta familiar en la que desde los niños a los mayores juegan a enseñar y aprender.
Este año será tan triste celebrar como lo fue en el Holocausto pensando en los seres queridos que fueron rehenes en el ayer de los nazis que se llevaron a los judíos a los campos de exterminio como hoy los que creemos todavía viven en los túneles que los terroristas se llevaron el 7 de octubre.
Este Pesaj la matzá, que es el pan sin leudar que los judíos no pudieron cocinar porque había que salir a buscar la libertad, será miles de veces más crujiente mezclados con las voces silenciadas de los rezos y los pedidos de los rehenes, de los que fueron asesinados, quemados, degolladlos, violados y quemados susurrando volver para estar en familia en mesas con sillas vacías por el vandalismo que les prohibió le mandato sagrado de la vida. Todo será agridulce y volviendo a ser lo que siempre fuimos un pueblo que a través de miles de años siempre volvió a empezar.
Las copas de vino será la sangre de la bendición y las hierbas amargas las lágrimas derramadas para juntar coraje para comenzar el éxodo.
En esta circunstancia histórica, que de una u otra manera se repite por el odio, persecución y matanzas, hoy nos defendemos porque hay un Estado de Israel con un alto costo de vidas para desafiar a nuestros enemigos.
En este Pesaj podremos responder a la pregunta por qué esta noche no es igual a las demás noches y será porque seguimos luchando para ser libres, tener un estado y esperar a nuestros rehenes mientras cantaremos en voz baja como un susurro para acunarlos en nuestras almas.
¡Jag Pesaj Sameaj!
INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora