Llega fin de año. Se terminan 365 días difíciles. La pandemia hizo estragos físicos y morales. La política emborrachó a la población con cuidados descuidados y promesas incumplidas. La burocracia es lo único que creció. La Plaza de Mayo siguió siendo la estadística de los gobernantes para medir el deshojar de la margarita para canturrear la canción infantil me quieren mucho y por supuesto a la oposición nada. Los encumbrados en el poder disfrutan de los bienes públicos para beneficiar a los desamparados del trabajo y el progreso para mantenerlos cautivos. Se suceden los viajes internacionales y de cabotaje para hacer turismo partidario y ocultar la pobreza y el abandono. Y entre el corso organizado sigue la ineficiencia y los exabruptos, calificativos como espionaje, jueces injustos de representantes de dudosa trayectoria, diputados y senadores modelo panqueque, discursos en busca de arreglos con el FMI, eventos millonarios al mejor estilo fascista con alto riesgo de contagio del coronavirus, juramentos en el Parlamento al mejor estilo de barricada, venta de almas y de sombras al mejor estilo del Fausto de Goethe, de una Justicia a la medida para cubrir a sus detractores.
De todos los ingredientes de odio hacia el pasado inmediato las acusaciones son de alto voltaje. Esgrimiendo los Derechos Humanos por lo padecido actúan igual que sus depredadores. Y se manifiestan como un corifeo con las mismas conclusiones para que como reguero de pólvora de tanto repetir una mentira termine siendo verdad. La táctica de culpar a los demás ha sido un deporte en la Argentina. Nada nuevo bajo el sol.
El calendario seguirá marcando los días, horas, segundos y meses hasta que las doce campanadas del 2022 le digan adiós a un año que seguro será difícil. Un año en el que habrá que delatar a los encubiertos que manejan sus ambiciones para mantenerse en el poder y el ego, usando la buena voluntad de un pueblo que quiere trabajo, salud y educación para sus hijos.
Papá Noel ya pasó y habló por cadena nacional y los argentinos descubrieron que hay una madre de la patria. Para los que se consideran huérfanos ante esta familia auto elegida esperan los Reyes Magos deseando que no les roben los zapatos de la esperanza para caminar en paz.
INVITADA
Martha Wolff
Escritora y periodista
