La reciente película estrenada en Netflix, dirigida por Marcos Carnevale es un film excelente y un llamado de atención a los valores humanos. Los personajes son Nicolás Furtado en el papel de Goyo y Nancy Dupláa en el rol de Eva Montero. Los acompañan Soledad Villamil que hace de hermana, Pablo Rago de hermano, Cecilia Roth de madre y un niño Balthazar Murillo hijo de Eva.
Con estos personajes se desarrolla la historia de un joven con enfermedad de Asperger en medio de gente aparentemente normal. El eje es Goyo con sus dificultades y sus cualidades. Sus limitaciones están en el comunicarse y de allí su aislamiento que le sirve de atalaya para mirar al mundo. Y sus cualidades, las de ser un compendio de sabiduría y memoria. Tiene limitado su proceder por la sobreprotección de su familia y la medicación para controlar sus ataques. Goyo no soporta el mundo exterior con sus gritos y ruidos, agresiones y cuando actúa, es un justiciero sin protocolo.
Dentro de sus posibilidades Goyo entra a trabajar al Museo Nacional de Bellas Artes donde puede, con andar cabizbajo, encorvado y mirada desconfiada, controlar como si alguien lo estaría persiguiendo. Como guía demuestra su capacidad intelectual potenciada por su desarrollo intelectual y memoria característica potenciada por su patología.
Un día en el que a Dios se le ocurrió que debía llover, le puso en el camino a una mujer que lo deslumbró por su opuesta actitud retraída, que espontáneamente fue dejando que el agua refresque su rostro. Siendo un pintor, graba en su retina su imagen y ella pasa a ser su musa. Se llama Eva y se obsesiona pensando en ella como Adán en el Paraíso. La trama los pone en el mismo camino o sea en el Museo a ella como cuidadora. El resto es la búsqueda de ser visible para una mujer activa, trabajadora, madre y separada. Una mujer que lucha para no ser maltratada, educar a sus hijos, que tal cual pasa en el argumento son distintos. Lo diferente es el referente de lo que pasa también entre esa chica de barrio y un muchacho aristócrata. Los dos están frustrados en el amor pero no negados a encontrarlo. Inclusive Goyo confiesa sus deseos a su hermano, vivo y mundano, que la da consejos y a su hermana que lo protege hasta anularlo reemplazando a una madre ausente. La magnífica dirección de cámara y actuación hace que la riqueza y la pobreza muestre dos clases sociales dejando sobresalir la condición humana como primordial.
El amor y erotismo despiertan en Goyo fantasías que comparte en una escena imperdible con su hermano y que sublima mientras la pinta, la mira en el trabajo, y en acompañarla para estar a su lado lo que le cambia la vida. El descubrir ella a un hombre que dice lo que piensa, rasgo muy peculiar en su enfermedad, siendo directo, sin vueltas, le hace reconocer su buen trato, también le cambia la vida
La filmación es de una transparencia tan noble como los personajes elegidos, las escenas de cariño son de una infinita ternura y un barrilete de regalo remontado crea dimensión de simpleza y libertad.
También cabe resaltar el fin del director de mostrar dos mundos: un departamento de lujo en plena Recoleta y una casa humilde en el suburbio de Buenos Aires. Los conflictos con su marido y los hijos la potencian a apreciar más a ese hombre, un rara avis en medio de la locura cotidiana. La atmósfera de arte que los secunda habla de la búsqueda de la belleza no solo enmarcada en cuadros si no también en la vida.
Las actuaciones de Furtado y Dupláa quedan para los espectadores grabadas en el alma, por ese Goyo que sabe lo que quiere y lo defiende hasta querer morir y Nancy Dupláa, en la mujer batalladora que a pesar de todo ve como con un tercer ojo a un ser fuera de la común.
El cuadro terminado de su musa es el premio para ser colgado en el corazón de su amada mientras se abrazan para danzar un romance de imposible a posible.
INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora