Sin querer imitar a Horacio Ferrer en su “Balada para un loco” cuando escribió sobre las tardecitas de Buenos Aires, le quiero contar que ahora también tienen ese no sé qué…
Los domingos y éste domingo resultó lunes, la gente se convoca a manifestarse, tanto en los pueblos, los monumentos históricos y todo lugar para protestar. Y les gusta delante de la Quinta de Olivos para no dejar al Presidente siestar en paz.
Igual que aquel 25 de Mayo de 1810, el pueblo quiere saber de qué se trata su plan.
Se ponen medio plástico abovedado en la cara y barbijos anticorona y allí están gritando, cantando y opinando sobre la realidad nacional acompañados por tapas de ollas, banderas, carteles, bombos y platillos su bronca, sus decepciones y su falta de captar la realidad.
Es que las tardecitas de los domingos de pandemia son una salida y un ritual que reemplaza a los paseos familiares en parques y plazas ante las postergaciones de una vida normal.
Mientras los funcionarios ruegan no molestar a la Vicepresidenta justo delante de su hogar. El Presidente y esos funcionarios ante la multitud que se congrega niegan que haya malestar. Ellos lo atribuyen a la oposición y posesionados despierta más bronca e indignidad.
Es que las tardecitas de Buenos Aires tienen ese no sé en las que la gente espera que alguien interprete a esa multitud como ciudadanos cansados de manejos. Quieren progreso y libertad.
INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora