Esta es la crónica sintetizada que escribió Oriana Fallaci en su libro “Entrevista con la historia” sobre Alexis Panagoulis, al salir en libertad después de haber estado cinco años preso, y del cual se enamoró por haber sido un luchador por la libertad.
Soy Oriana Fallaci. Fui a hacerle un reportaje a Alexis Panagoulis que recién había sido liberado. Viajé de Bonn a Atenas. Cuando llegué a su casa, en el barrio de Glifada, la prensa internacional estaba allí. Me vio, se levantó para saludarme. Le dije Caio, me respondió Ciao.
A solas vi un libro mío en griego y un ramo de flores. Me estaba esperando.
Nos conocíamos por mí ser periodista y él un preso político por un atentado. Dos famosos frente a frente y una entrevista para la historia.
Cinco años en una celda de 1,50 x3 metros, torturado, golpeado, condenado a muerte. Odiaba la dictadura impuesta por un golpe militar, amaba la democracia y lloraba mirando la Acrópolis.
Era un Cristo moreno crucificado mil veces en cautiverio. Condenado a todo por haber intentado matar a Papadopulus, un militar de facto. Tuvo prohibido la luz del sol, cigarrillos, lectura y lápices. Era un poeta y escribía sobre lo que encontraba con su sangre. Verlo fue derribar el símbolo y ver al hombre. Tenía una belleza que no era la belleza en sí misma, sino tallada de misterio, de dureza y dulzura. Era un tigre político suelto para engañar. Para disimular la tiranía de una Junta de Coroneles. Sus nervios desgastados y su cuerpo destrozado en prisión, mostraban a un luchador por la Libertad cegada a su pueblo. Su madre Atena había estado detenida, su padre militar muerto de pena y un hermano desaparecido o asesinado al ser desertor del ejército.
Larga fue la entrevista. Su madre nos preparó la cena y una cama para mí. Esa noche escuché su drama con humor irónico al contar y comparar la prisión de Boito con un palacio, con piscina interior y exterior, campo de golf, chef, comidas con caviar iraní por el que hizo huelga de hambre por no haber estado fresco y ser gris en vez de negro o rojo más odaliscas exuberantes. Nombraba a sus amigos famosos como ser Onassis, Kissinger, Rockefeller y Niarchos, describía sus yates y jets… Antes de ir a la cama miré fotos de mí alrededor. Una era Alexis en el Politécnico y luego de la Unión del Centro del Comité Central de la Federación del Partido- E K- Él provenía de una familia de 200 años de héroes. Su bisabuelo había sido guerrillero contra los turcos.
Me despedí de él, es una forma de decir. Nunca pude dejarlo después de escucharlo, de verlo, de disfrutarlo. Volví, paseamos, nos amamos y siempre perseguidos. Alexis repetía quise matar a un tirano no a un hombre. Su liberación era una trampa para disimular democracia. Alexis era recibido en todos lados como un héroe nacional Todos estaban con él y sus contrarios con los coroneles. Fue un hombre sometido a la barbarie de los tormentos a los que sobrevivió porque no renunció a sus ideales que dejaron secuelas de ataques de cólera y rabias. Era terco, orgulloso, tímido y valiente. Para conseguir un pasaporte para irnos del país, encontró obstáculos kafkianos como que no figuraba que había nacido. Le concedieron solo un viaje de ida y vuelta. Fue a nuestro nido de amor Roma. Antes de partir nos hicieron la vida imposible para embarcar, salían dos seres peligrosos para Grecia. Todo este sueño duró hasta el 1 de Mayo de 1974. Un simulacro de choque fue el atentado de los servicios, lo embistieron, murió, fue calificado de desgracia fortuita.
Por suerte pudo entrar con documentos falsos a Grecia y rearmar su grupo de ataques rehaciendo la Resistencia Heroica. Ese mismo año cayó la Junta y asumió otro fantoche.
“….Cuando la democracia quedó formalmente establecida fue cuando cayó Papadopuolus y asumió Karamanlis. fue cuando decidió regresar Alexis Panagoulis a Grecia. Eligió el 13 de agosto de 1974, fecha del aniversario de su atentado contra el dictador depuesto en 1968. Aceptó ser participar en las elecciones del Partido de Unión del Centro y salió elegido. En el Parlamento fue como lo que era un diputado contestatario y lo puntualizó sobre el Ministro de Defensa Evanghelis Toritsas Averoff del que había antecedentes condenatorios. Lo consideraba un peligro pro sus relaciones con el ejército que podría reiterar un golpe de Estado. Lo acusaba permanentemente. Alexis Panagoulis sabía de la existencia de documentos de su colaboracionismo con miembros del ejército que habían colaborado con la tiranía sin ser depuestos ni juzgados con el advenimiento de la democracia. Esos documentos se encontraban en custodia en los archivos EAT- ESA, la policía militar desaparecida con la caída de la Junta de los Coroneles que respondían a Papadopuolus. Averoff se abocó a buscarlos cuando se juzgó a muchos y se pudo guardar así secretos muy condenatorios para ellos y mucho a muerte. En época de dictadura el tiranicidio es un deber y en democracia el perdón una necesidad. Y fue cuando dijo de sus carceleros y torturadores que ya sus enemigos no eran los ex esbirros encadenados sino los dudosos representantes del nuevo poder. ” Es decir que Panaguolis habló así de sus enemigos cuando estuvo cinco años en prisión y que en ese momento eran ellos los encarcelados con la acusación de ser parte.
Con su ímpetu Alexis consiguió los archivos de ESA y en particular los que buscaba y entre ellos alguno que comprometía a un diputado Demetrio Tzatzos. Fue cuando decidió ser independiente en el Congreso pero el peligro se cernió sobre él convirtiéndose en un hombre peligroso para Grecia. Sabía demasiado para una democracia falsa y vacilante. Y no se dejó intimidar. Su sentencia estaba firmada. Lo eliminaron la víspera del día en que había de entregar los archivos al Parlamento y por instigación de Averoff, la Magistratura había prohibido su publicación. Fue que cuando Alexis se los entregaría a Karamanlis, en el Parlamento, lo que produciría una gran inquietud. Debía tener lugar el 3 de mayo, pero el viernes a la noche del día anterior al sábado 1 de Mayo cuando se dirigía a la casa de su madre, dos automóviles los siguieron y uno con una maniobra de morro-trasera le dio alcance cuando había tomado gran velocidad y lo desvió muriendo en el acto. A su funeral acudió un millón y medio de personas.”
La historia de acallar a los culpables también es la del asesinato del fiscal Nisman y que de diferente manera, pero igual por su criminalidad, es semejante a la de Alexandros Panagoulis.