El Programa de gestión menstrual de y en AySA dentro de una política de género y diversidades, es aplaudible por un lado y jocoso por el otro.
El acto del viernes 4 de mayo, en el Palacio de Aguas Corrientes, estuvo presidido por la presidenta de AySA, Malena Galmarini, el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, y la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Argentina, Elizabeth Gómez Alcorta. A su vez estuvieron presentes: Jimena Bondaruk, gerente de género de ADIFSE; Yamila Kondratuk, referente de género del ENOHSA; Debora Galán, diputada Nacional por el FRTodos, y por parte de la empresa, Martín Reibel, vicepresidente de AySA, Fernando Calatroni, director general técnico, Alberto Freire, Director General Operativo, y Patricio D’Angelo, director general administrativo entre otros directivos.
Una multitud de directivos para apoyar por un lado mejoras e igualdades entre mujeres y hombres en sus trabajos, cargos y ascensos. Pero también para apoyar “la gestión menstrual” en palabras de Mercedes D’Alessandro, directora Nacional de Economía, quien expresó que las mujeres menstruamos y que esto es un factor de desigualdad. Cuando leí esa palabra “desigualdad”, casi tengo un ataque de risa y de bronca a la vez, porque nunca pensé que lo era con respecto al hombre.
Como mujer soy distinta y estoy a la par de él, primero porque yo no fui creada de la costilla de un hombre sino a su imagen y semejanza. A esa directiva le faltaba decir también que la menstruación era una enfermedad, como se la considera en ciertas culturas, que son inferiores cuando tienen el período, que están incapacitadas para trabajar, pensar, etc. Esa calificación es discriminatoria e incorrecta, ya que la menstruación es una bendición que les da la posibilidad de ser madres y además con la liberación femenina se han permitido tener relaciones sexuales estando sangrando.
No solo me sonreí y tuve un sabor amargo en la boca, sino que no me pareció bien que haya tenido lugar en AySA, para cuidar a sus empleadas, porque sobran organismos específicos para presentar este tema, si además también se lo implementa en otros ministerio, extremadamente demagógico regalando kits. La pregunta que me hice y hago, es si hace falta ante la crisis económica que padecemos y enfocada en la compra de vacunas para salvar vidas, si era el momento para implementar la Ley 1409-D-2019. Ley cuyos artículos hablan de beneficiar a las mujeres de bajos recursos por el costo de los productos que debe usar cuando menstrúan.
ARTÍCULO 1°- La presente ley tiene por objeto establecer un régimen de provisión de productos de gestión menstrual y garantizar la promoción de la salud menstrual. Serán fines de esta ley: … b- garantizar como derecho el acceso efectivo, de manera gratuita e irrestricta a productos de gestión menstrual (o sea de apósitos, tampones o copitas menstruales), lo que hace esta ley es pensar que llegará el día que esto sea posible.(y otros artículos más).
Pero en el acto mencionado había hombres que no dijeron nada en defensa de los altos costos que deben enfrentar para comprar lo que necesitan para su singularidad masculina. Los hombres gastan en preservativos, en Viagra cuando decae su sexualidad, en problemas prostáticos, y pregunto si se ha constituido un Ministerio del Hombre para abaratar sus necesidades. Escribo todo esto porque no me siento desigual como mujer y busco equidad también para el hombre ante su naturaleza masculina.
Sobre el tema de los productos que una mujer usa cuando está indispuesta y el abaratar costos hay una película hindú que es maravillosa. Se llama Pad Man, es la historia de un marido que sufre al ver los trapos y hasta hojas que usaba su esposa cuando tenía su hemorragia, los cuales eran anti higiénicos y peligrosos para la salud de todas las mujeres menstruantes. Ella, con el poco dinero que tenía, debía comprar comida para su familia y no apósitos. Ante este drama femenino su marido inventó un apósito que luego pasó a industrializarse al alcance de todas. Para que esa ayuda llegue a las mujeres argentinas de bajos recursos falta un largo trecho. Hay demasiada burocracia y las inversiones que mejorarían la vida de hombres y mujeres están más cerca de los votos que a sumar Justicia Social.
Y para terminar recuerdo que habiendo sido una jovencita cuando me indisponía no conocía más que las famosas toallitas caseras que nos hacían nuestras madres, que había que lavarlas, ponerles mucha lavandina, dejarlas al sol y luego secarlas. Por supuesto medio ocultas entre la ropa colgada. Y….ese y que agrega a tantas experiencias es que, así como la Iglesia se metió siempre en la cama de la gente la política populista se inmiscuye hasta en los ciclos menstruales de las mujeres. Ellas necesitan igualdad en el ámbito laboral, en la ayuda del control de la natalidad, en la defensa contra el femicidio, y la baja en el precio de los artículos que usan en sus periodos mensuales.
“Lo gratuito sale caro porque trae aparejado la dependencia”.
INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora
TRIBUNA ABIERTA