Murió Quino, el padre de Mafalda. Ella quedó huérfana de padre. Ella lo llora, aunque sabe que es su heredera y que a través de sus razonamientos e ironías editadas seguirá vivo. Aunque Mafalda en la tira humorística tenga mamá, cuando se piensa en ella, se la asocia como hija única de un creador y no de una pareja. Mafalda fue y es hija de la imaginación de un dibujante que con la punta de su lápiz hizo a una nena denunciar las injusticias y los absurdos de la sociedad.
Ella sabía que su verdadero nombre era Joaquín Salvador Lavado Tejón, igual que su tío y que para diferenciarlo lo llamaron Quino. Mafalda supo que su padre era mendocino y que estudiaba en la Escuela de Bellas Artes y que se cansó de dibujar ánforas y yesos porque eso no era para él. Como joven definido quería ser dibujante de historietas y humor. Seguro, pensó, Mafalda que en su inconsciente ella ya estaba instalada en su cerebro siendo parte de su futuro cúmulo de ideas no reveladas todavía. La punta del iceberg quiniano fue con la primera publicación de su autoría sin detenerse de por vida su éxito local e internacionalmente. Así Mafalda, su hija de las tiras de diarios y revistas pasó a los libros y su fama de enana contestataria no se detuvo de los escenarios literarios, a ser figura de campañas sociales, de cortometrajes y dibujos animados. Casi a nivel de diva, estuvo orgullosa de haber visto a su padre recibir la Orden Oficial de la Legión de Honor, que el gobierno francés le concedió a un extranjero. Y como si esto fuera poco, como dicen los vendedores ambulantes que suben a los bondis, ella la nena que nació con pañales de papel y recibió mamaderas de lápiz, ambos ya grandes, vio a su papi cumpliendo 60 años en el humor gráfico y ella 50, cuando se hizo pis de la emoción al recibir el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación en España y Humanidades y muchas satisfacciones más de un hombre querido a quien ella amaba.
Ese orgullo mutuo entre padre e hija fue, es y será vigente con la lectura inteligente de toda su producción que descorre el velo del bombardeo de las noticias cotidianas que no dejan pensar, porque informan, pero no forman al intelecto. En cambio, con la herencia recibida Mafalda fue y es lo contrario a la fake news porque Mafalda es sonrisa y reflexión.
Ella pasó a ser la voz de una nenita que no creció en todas estas décadas y simboliza la lucha contra el edadismo porque crecer es llegar a ser adultos y comprometerse con el conformismo. Ella de cuerpito retacona, que odia la sopa porque es para criar chicos y no hijos grandes, de pelo más bien estilo afro con un moño a un costado y su vestido de muñequita. Mafalda, es la que se quedó como nació, ni cambió su look a través de los años, lo que demuestra sus firmes convicciones no dejándose influenciar por nada ni nadie y ni siquiera por la moda. Acaba de cumplir, el 2 de septiembre, 56 años de su presentación en sociedad y siendo ya una adulta llora como una niña desconsoladamente a su padre. Es que con su partida eterna se cortó el cordón umbilical que los unía entre denuncias y reflexiones sobre el mundo y sus ocurrencias para mejorarlo. Mafalda, a instancias del grafito que la diseñaba de la mano de Quino, un gran sociólogo que la educaba, la hacía estudiar idiomas para que llegara a ser intérprete en las Naciones Unidas y contribuir a la Paz Universal.
Así pasaron los años y Mafalda quedó sin envejecer siempre al borde de una aparente inocencia que es sabiduría no contaminada por los hilos de un titiritero como Quino que le hacía pasar el plumero al mapamundi para limpiarlo de tanta polución política.
Mafalda huérfana, seguirá amándolo desde su gigantesca pequeñez, repitiendo lo que su ventrílocuo, le hacía decir. Solo un realista tierno como él pudo poner tantas disquisiciones en su boca sobre lo absurdo y lo injusto.
Y Mafalda no se quedó sola porque Quino le legó una banda de amigos que representan a la sociedad variopinta y ecléctica de chicos cuyos ojos y oídos, hoy por los medios de comunicación, son un poco mafaldos ante lo que ven. Quino a través de Mafalda fue un filósofo de la imagen y las palabras infantiles sabias.
INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora