El 8 de junio se presentará la obra teatral “Madame Blanca”, un cuento de la antigua China, en el Centro Cultural de la Cooperación, Espacio Experimental Leónidas Barletta, Av. Roque Saénz Peña 943 en la Ciudad de Buenos Aires.
Su autor, Ignacio Huang, argentino de origen taiwanés, el actor de “Cuento Chino”, contó que no es la primera obra de su autoría sino la quinta, siendo también actor y director de la misma. La primera fue “China Pampa”, que escribió con un coautor argentino, Juan Francisco Dasso, y luego tres de títeres chinos. En su relato confesó que haber hecho teatro de títeres fue una oportunidad para seguir trabajando, hasta lograr “Madame Blanca” como actor, que es volver a ser lo que realmente es.
Ignacio Huang tenía 12 años cuando llegó desde Taiwán a la Argentina. Desde chico le fascinaba las series de televisión sobre Kung Fu y las escenas de combate con sus vestimentas
típicas esgrimiendo armas y espadas. Sentía atracción por las ropas de aquellos tiempos. Había en él una preferencia por el pasado de la gente y sus trajes folklóricos fuesen chinos u otras culturas como la argentina de la época colonial.
En su trayectoria de actor nunca nadie en teatro o en cine lo había llamado para interpretar alguno de esos personajes y decidió darse el gusto de lograr ese sueño. Confesó que fue un desafío escribir “Madame Blanca” y se siente feliz el haberlo concretado. La obra está basada en un antiguo relato y fue una osadía porque no contaba nada más que con la idea.
La versión que se verá de la “Dama Blanca” fue inspirada en “La leyenda de la Serpiente Blanca”, una leyenda clásica canónica china muy antigua sobre dos serpientes: una blanca y
una azul, ambas con poderes y la primera al corporizarse en humana se enamora, hace pareja y queda embarazada.
La explicación de Ignacio sobre ese fenómeno de transformación proviene de la teoría taoísta,
en la que las plantas y los animales, bajo el poder zen, al meditar cumplen su misión pudiendo llegar a superar su escala animal y convertirse en humanos. Teoría taoísta llena de magia y fe, difiere del budismo y convierte la poética de la leyenda en fantasía.
La serpiente azul, por otro lado, en realidad es de color turquesa porque antiguamente al verde se le decía azul en contraposición al rojo tan llamativo. La misma con respecto a la blanca es más joven, infantil en su pensamiento y tiene quinientos años comparado con los mil de congénere y regresa a la montaña sola.
La “Dama Blanca” fue interpretada en cine, en series y en literatura por ser famosa como la de Romeo y Julieta en Occidente, al tratarse de un amor imposible cuyo veredicto fue la nulidad matrimonial por cánones religiosos incompatibles con ese amor.
El triple rol de Ignacio como novio, actor y director fue muy difícil. Entre sus aportes a la entrevista contó cómo consiguió los personajes. La que encarna a la dama blanca, Florencia Solís, es argentina, profesora de artes marciales Taekwondo, escritora artista y pelirroja, que al tener que luchar con el monje debía saber defenderse. El que hace de monje budista, Walter Gómez, fue quien la recomendó siendo profesor de Kung Fu de Shaolin. Luego sumó al equipo a Carolina Hsu, argentina, de origen taiwanés, que hace de serpiente azul. Lo interesante es que en esta obra actúan más argentinos que chinos. Como director Huang se inspiró en los personajes de la ópera de Pekín con sus cuatro categorías: el galán, la dama, la cara pintada y el bufón.
Otro aspecto a destacar es la confección de los trajes por Ignacio Huang, entre su arte e
imaginación también sabe coser, manualidad que aprendió cuando ayudaba en el taller de costura de sus padres inmigrantes. Gran dedicación a las vestimentas con gran dedicación de diseño, telas, bordados y accesorios para ambientar todo.
Para finalizar faltaba agregar el meritorio y original aprendizaje de los artistas argentinos para sumarse a la coreografía y lograr una temática desconocida sobre la antigua China a la que se agregó la música original compuesta por otro creativo argentino Fernando Monteleone.