Pedro Leopoldo Barraza develó el crimen de Felipe Vallese, bautizó a José López Rega como el “astrólogo” y fue el primer periodista asesinado por la Triple A. Fue también muchas otras cosas: un militante de la Resistencia Peronista a la que había llegado desencantado del frondicismo, un homosexual que hacía gala de ello en los sesentas y setentas y un fumador de marihuana en medio de discusiones políticas. “Era un provocador”, dijeron una y otra vez los que lo conocieron directamente durante las entrevistas que realicé y que se convirtieron en “Operación Vallese. Barraza, el hombre detrás de la historia”.
Me encontré con la figura de Barraza hace más de diez años trabajando en otro libro. Me llamó la atención la profundidad y el detalle de su investigación por entregas sobre el secuestro y desaparición de Vallese. Fue un trabajo hecho a pulmón, publicado en 1963 en una pequeña revista de uno de los grupos de la Resistencia Peronista. Esa serie de notas, que describieron el crimen y señalaron a cada uno de los responsables, se anticipó a lo que comprobaría luego la Justicia.
Pero la figura de Barraza también expresaba a buena parte de una generación de jóvenes antiperonistas, que se habían entusiasmado con el frondicismo pero que terminaron luchando por el retorno al país de Juan Domingo Perón. Era, al mismo tiempo, un personaje que no estaba atrapado en dogmas y de la militancia pasó el hippismo pero -tal vez a pesar suyo- estaba tramado por la política. Por eso volvió a escribir sobre la vida agitada de la Argentina en el inicio de los sententas.
Fue el periodista que reveló el fanatismo de López Rega por la astrología en una nota publicada en el diario La Opinión, el 12 de noviembre de 1971. Leyó las 737 páginas de Astrología Esotérica (Secretos Develados) e hizo una reseña que comenzó con una frase que era como un puñal: “Algunos aficionados a la astrología han dejado trascender su interés especial por reeditar lo que consideran una de las obras locales más importantes”. Dos párrafos más abajo lo rebautizó como “El Astrólogo”. Un eufemismo.
Justo por esos días conoció a Carlos Laham, un joven que poco después haría sus primeros trabajos como fotógrafo. Se enamoraron rápidamente y no se separaron más. Poco después se fueron a vivir juntos y les gustaba bromear con que eran “militantes de la agrupación Putos Peronistas”. Lo decían sin miedo y con ganas de provocar.
El peronismo volvió a la Casa Rosada. Ellos festejaron ese retorno pero las tensiones generadas en torno a la orientación política del gobierno de Perón fueron enrareciendo el clima. Para 1974, la banda policial que Barraza había denunciado en una serie de nueve notas -y que había provocado la caída del subjefe de la Policía Bonaerense- estaba libre. Apenas habían pasado unos años en prisión.
Pedro y Carlos empezaron a ver movimientos raros en torno suyo: los seguían autos con tipos armados. Una noche, a la salida de una fiesta los secuestraron y aparecieron muertos en un descampado en Villa Soldati. Tenían la marca de la Triple A, que a las pocas horas emitió un comunicado reconociendo los crímenes. El 13 de octubre de 1974, Barraza se convirtió en el primer periodista asesinado por la Triple A. Su historia, al igual que la investigación original sobre la desaparición de Vallese, habían quedado olvidadas. El rescate de ambas puede leerse ahora, en un texto que recorre en paralelo ambas historias.
Por Pablo Waisberg
Escritor