Nosotros los argentinos somos particulares a la hora de manejar un auto según las circunstancias. Por lo general tenemos hábitos gauchescos y un gran espíritu de sobrevivencia. El que tuvo el placer de haber viajado al sur de Italia pudo darse cuenta de donde vienen muchas de nuestras costumbres a la hora del manejo. Somos adictos a las bocinas, a usar la verborragia, con frecuencia insultando estando solos en el habitáculo de auto, otros saliendo del mismo para agarrarse con la pobre víctima. Si pudiesen dirían los improperios con megafono de tanto orgullo que sienten. No faltan los que les encantaría arrollar todo, obviamente sin matar a nadie, sacando sus instintos asesinos para afuera. A otros, les gusta emular las películas de persecución y escape, sintiéndose parte de la misma.
Ahora pasemos al capítulo argentinos manejando en tiempo de coronavirus. Obviamente no sabemos si nos parecemos a otros con estas nuevas costumbres adquiridas. Muchos no estamos manejando por falta de autorización o por no necesidad, “todos” no estamos viajando al exterior así que no tenemos ni idea como se portan al respecto los otros sufrientes de esta plaga en el planeta tierra.
Describamos de los distintos tipos de personajes automovilísiticos:
Los “domingueros”, ya que ahora todos los días pasaron a ser domingo, que pasean dando la vuelta al perro, pero en este caso el perro es el auto.
Los que frenan a cada rato con el pie pegado al embriague con miedo a que los pare la policía.
Los ultra corona que manejan solos con el barbijo puesto, no sea cosa de autocontagiarse.
Los que andan tipo ambulancia para salir rápido de la calle llena de bacterias.
Los que estacionan donde quieren jugando al todo permitido.
Los que van por las calles de adentro por las dudas, miedosos a que los pesquen sin permiso.
Los que quieren hacer compras desde el auto, gritando para que el vendedor vaya a el y creyendo que tiene el “autobunker”.
Los que revivieron a padres, tíos y abuelos sacando el permiso para cuidarlos estando en el cementerio.
Los que traspiran y tienen taquicardia de la emoción de dar la vuelta al auto para que no se oxide.
El “Fangio” que al haber poco tránsito, juega a la carrera de su vida.
Los que tienen acompañante “permitido” y “no permitido”, que viajan al borde del infarto como deshojando la margarita, nos pararán, no nos pararán, tendré multa o carcel….
Los que no están manejando y utilizan cadete motorizado y compiten que tienen “el mejor”, “el más confiable” y el “más barato”.
En fin, somos tan particularmente argentinas, argentinos y argentines que todo es posible, también en este menester.
Chau que me voy corriendo a manejar, tengo “permiso”.