Por favor, observe estos testimonios.
Y por favor este también:
https://www.youtube.com/watch?v=peGQY0YbP6A
Esto nos pasa.
Son solo dos ejemplos de la patología que corroe el cuerpo social de nuestro país.
Ocultarlo no sirve.
Son síntomas inequívocos que debieran preocuparnos. ¿Cuántas amistades se hicieron añicos en los últimos años por discusiones políticas?
¿Cuántas mesas familiares han rozado lo insoportable?
Estamos ante una carnicería del pensamiento.
El que piensa distinto es inmediatamente etiquetado. Hay que destruirlo con el insulto, agresión física o descalificación o teniendo, siempre a mano, la eficaz arma de la difamación.
La categoría adversario no cuenta. Más fácil es marcar enemigos.
Una pérdida de tiempo terrible.
Décadas de desencuentro que, solo nos hizo y hace, sumar frustraciones. No se trata de abolir la discusión porque si no la hubiere, sería empantanar otra vez en la arbitrariedad.
Nuestra clase política, con perdón de la palabra, debe entender que no está mal luchar por el PODER, pero que esta no puede ser la única oferta que reciben los ciudadanos.
Los temas que nos preocupan están postergados. No entran en el debate seguridad, empleo, salud, educación.
Mientras el futuro cada día se nos escapa con mayor velocidad, nos quedamos esperando la carreta, porque el último tren paso hace rato.
Santo