Hubo especulaciones sobre el bautismo de Lilibet Diana Mounbatten-Windsor. Si iba a ser en Reino Unido, que si su voluntad era que fuera una ceremonia real parecida a la que tuvo su primogénito, Archie.
Finalmente, Harry y Meghan Markle bautizaron a su hija de forma íntima en California.
«Puedo confirmar que la princesa Lilibet Diana fue bautizada por el arzobispo de Los Ángeles, el reverendo John Taylor», dijo un allegado a los Sussex a la revista ‘People’.
Carlos III y Camila como los príncipes de Gales fueron invitados, pero declinaron asistir.
La ceremonia fue en la casa que el príncipe Harry y Meghan Markle adquirieron en la exclusiva localidad de Montecito, en Santa Bárbara.
Acudieron entre 20 y 30 invitados, incluida la madre de la exactriz, Doria Ragland, así como Tyler Perry, padrino de Lilibet. El propio actor contó en el documental que los Sussex hicieron para Netflix que le habían ofrecido ser el padrino de la beba, a lo que aceptó, aunque con la condición de no tener que encontrarse con la familia real británica.
De hecho, cuando se mudaron a Estados Unidos, él les prestó una de sus múltiples propiedades para que se protegieran de los paparazzi.
Se desconoce quién ejerció de madrina de Lilibet.
La nieta pequeña de Carlos III no pudo lucir la réplica del traje de bautismo que lució el primer hijo de la reina Victoria en 1841, y que desde hace unas décadas se ha utilizado con los miembros más jóvenes de los Windsor.
A pesar de eso la persona de confianza de los Sussex se refiera a Lilibet como princesa. Y es que aunque por ley todos los nietos de un monarca tienen derecho a ese título, Carlos III no se ha pronunciado respecto a si los hijos del príncipe Harry pueden o no utilizarlo.
El hecho de que ellos la llamen directamente princesa puede considerarse una nueva provocación de cara al monarca.
TRIBUNA ABIERTA