Es un respiro y un disfrute para los porteños y para sus visitantes. Es el mes donde emigran los que viven en la metrópoli a buscar otros buenos aires tanto en la playa como en las montañas, al sur o al norte, al interior o al exterior de Argentina. Una porción fuerte de porteños se desvive por un lugar soñado o simplemente alejado para tomarse el merecido descanso. Otro grupo de porteños nos deleitamos con sabernos más propietarios de las calles, bares, restaurantes o simplemente caminando sin ser atropellados y poder estacionar donde nos plazca.
Enero suele ser un mes más tranquilo en lo laboral, es un mes de planificación, análisis y reorganización. Nos permite tomarnos algunos tiempos para vernos con amigos y cafetear a nuestras anchas. El calor y como consecuencia nuestra vestimenta más liviana y muchas veces con colores más alegres, nos dan también a los que permanecemos en Buenos Aires un toque más estival, menos comprometido y más distendido. Los ánimos suelen estar más relajados y nos permitimos otros tiempos. La ciudad se presta al disfrute, a permanecer al aire libre para los que pueden hasta altas horas de la noche aprovechando la calidez de los mismos. Las siestas del domingo después del asado, con un ventilador marcando el compás del tiempo y poca ropa cubriéndonos. Cartas, mate y juegos hasta que nos ilumine la luz tardía de la luna.
Todo y mucho más en Buenos Aires en enero.
