La feria del libro siempre fue un ícono para mí. Durante mucho tiempo fue esa vidriera como la de la canción “de chiquilín te miraba de afuera”, a donde iba a mirar -tan solo mirar- todos los libros que deseaba y que soñaba tener algún día. Fui sin poder comprar ni un libro, fui pudiendo comprar los que quisiera. Fui de paseo, fui en la más solitaria intimidad, fui bien acompañada, he llevado a mis hijas y he esperado con ellas ese día tan nuestro y tan desbocado.
Como las construcciones de fuertes cimientos, uno a uno fui teniendo mis libros. Poco a poco, fui dejando de leer de prestado, y tal vez de ahí vengan esas marcas territoriales que les hago para recordarme que son míos, que intercambio, que les hablo, que comento.
Tengo muy claro que el vínculo es con la lectura y con todo lo que a mí me dijeron muchos textos. Aún así, y a pesar de lo que me maravilla el e-book como biblioteca portátil, guardo una relación fetichista con el objeto libro. Adoro verlos, olerlos, palparlos, clasificarlos de varios modos hasta creer que encontraron su lugar definitivo en un estante.
Como todos, he tenidos mis embates y sin embargo, puedo repetir: “no he tenido nunca una pena que una hora de lectura no me haya quitado”.
La lectura me permitió vivir todas las vidas que no viví, y tal vez las que no viviré, me ha permitido reinventarme, resignificarme, pensarme y reformularme. La lectura me permitió mantenerme emocional y económicamente.
Este martes estaré en la Feria del libro junto a Waldo Wolff presentando el libro Asesinaron a Fiscal Nisman. Yo fui testigo. Lo he dicho en muchas de las presentaciones y lo seguiré diciendo: este libro no es una alegría, pero da orgullo. Escribimos este libro con dolor, a la intemperie, buscando la verdad, mostrando lo hay de cierto.
Este libro me hizo perder algunos amigos. Me ha dolido perderlos, más me ha dolido que en tanto amigos les haya parecido más importante la ideología que el amor, pero este libro me hizo ganar dignidad, fortaleza, certezas. Y volvería a escribirlo cada vez con mayor convicción. Y lo seguiremos presentando y hablando de él y del Fiscal asesinado y de la justicia y del país que queremos y del que no.
Vengo de ahí, de las palabras que me dijeron los libros, de ese diálogo incesante que es leer, y leerme y de leerle a otros para seguir pensando, para tratar de que las palabras que vengan nos sigan incomodando para hacernos mejores.
Invitada
Delia Sisro
Escritora