Santo en la Web y en la Red

26 de julio, 2024

Juan Pablo Chiesa. La digitalización y transformación de la Democracia.

Con Ustedes “La Infocracia”

El conocimiento del ser humano se debe entender como toda construcción compleja que aspire a estar sólidamente fundada sobre cimientos sólidos, entendibles y que soporten y den plena estabilidad al edificio de la razón, a esto lo llamo: inversión en capital humano.

Los cambios que se produjeron en los últimos años fueron descomunales. Nuestra sociedad es distinta a la anterior en todo, sus componentes mas novedosos, desde la familia hasta el WhatsApp. Nuevos electores, nuevas formas de ver la economía, el trabajo y la integración de la política tradicional al futuro.

La democracia representativa, sin dudas, vive o trasciende una crisis que la llevara a renacer o mutar en otra formas y contenidos. Todos tenemos conocimiento que La palabra democracia proviene de las palabras griegas “demos”, es decir, las personas, y “Kratos” que significa poder; por lo tanto, la democracia pueda ser definida como “el poder del pueblo”: una forma de gobernar que depende de la voluntad del pueblo.

A mi entender, acompaño la expresión del hombre que logro que hoy podamos leer esta nota, el hombre más importante del siglo XX, Winston S. Churchill

“la democracia es el menos malo de los sistemas políticos”

Y no se equivocó, hablando en términos temporales. Pero, nadie pone en cuestionamiento que la democracia es y debe ser el sistema de gobierno de una Nación. El problema está en su contenido y en que, si este sistema es apropiado, y está capacitado al futuro. No cabe duda de que estamos en la era tecnológica, en una nueva era que llamamos “globalización” que, obviamente, llego para quedarse y que también, su forma, la digitalización es lo que hoy día domina el mundo civilizado.

Desde la política, la economía, las formas o relaciones de trabajo, recursos, comunicaciones e ingresos de una sociedad, se inclinan a esta nueva era. Pero Claro, si bien, la experiencia histórica demostró que esos temores resultaron infundados, y que cada oleada de innovaciones ha dado lugar a ganancias eficientes en paralelo con la creación de nuevos ámbitos laborales y puestos de trabajo. No soy iluso en saber que también dio lugar a cierta incertidumbre y muchos miedos; todo cambio implica pasar por un proceso de reformulación y adaptación de las formas, hábitos y costumbres que lleva tiempo. Lo cierto es que no podemos pensarnos por fuera de la transformación digital, la innovación tecnológica crea nuevos espacios laborales, nuevas oportunidades de empleo y maneras de trabajar.

La economía clásica, como la conocemos, se rinde y queda a merced de la digitalización y globalización y su principal característica que es la economía digital o economía de plataformas.

Las relaciones laborales, de trabajo, se desploman y mutan a lo que llamamos nuevas formas de contratación donde se optimiza los recursos del tiempo, la calidad y las distancias como factor predominante de producción

Los nuevos mercados laborales, la fuerza de la tecnología, la economía del conocimiento, son frutos de la globalización que se hallan en empresas y en negocios que funcionan a nivel local y también, a escala mundial. La creencia de que las maquinas genera desempleo, se sostiene con conclusiones que, si bien tienen lógica, llegan a incoherentes conclusiones. Si fuera cierto y verosímil que las maquinas son la causa del desempleo, esta deducción seria revolucionaria, no solo en la técnica sino también en el sentido del avance de la humanidad

Las tecnologías que están marcando tendencia son aquellas relacionadas al desarrollo del software. En particular podemos mencionar la Inteligencia Artificial que se aplican a cualquier industria y que trae innumerables beneficios.

Todo indica que estamos en un mundo con muchas nuevas oportunidades laborales, hay que identificarlas y prepararse para poder responder ante las nuevas demandas.

La modernidad y el entusiasmo por las potencialidades de la nueva ciencia, la tecnología y la revolución laboral al servicio de la mejora de la sociedad, tanto como los primeros atisbos de un sentimiento democrático y liberal, son fundamentales para una Nación prospera y armónica.

La digitalización del mundo avanza de manera inexorable. Somete nuestra percepción de lo que conocemos como relaciones de trabajo, nuestra visión del mundo y nuestra propia convivencia como sociedad. Muchos se sienten abombados por el frenesí comunicativo, las redes sociales, lo digital y la tecnología.

Claro, también la digitalización se apodero de la esfera de la política y provocando distorsiones en nuevos electores y trastornos masivos en el proceso democrático. Tal vez la democracia, como la concebíamos y conocemos, tendrá que mutar o transformar su contenido o, mejor dicho, adaptarse al futuro, en lo que doy a llamar o entiendo, en esta nueva era, “la infocracia”.

La infocracia a mi entender, es una forma de poder representativo en una era que exige como protagonista a la digitalización y a la información como arma comunicativa. La democracia es lenta y la difusión viral de la información perjudica al sistema democrático como lo conocemos y atrasa.

Mas allá del uso de la información y de lo digital, estas tienen una lógica propia de manera temporal y asertiva. Hoy la información es más rápida que la verdad y como todos sabemos, “la información es poder” por lo tanto, la infocracia le gano la pulseada a la democracia y se presenta como una nueva forma de poder representativo que, espero sea utiliza para el progreso de la humanidad y el desarrollo tecnológico de la Republica.

Pero ojo, a modo de cierre, la democracia y la infocracia son una especie de poder, pero ningún sistema de gobierno puede controlar ese poder y funcionar sin identidad, y la identidad pasa por la comunicación. Ya no nos escuchamos. Hemos perdido el sentido de la comunicación, muchos le echan la culpa a la información y la tecnología, obviamente yo no. La democracia es una comunidad de oyentes. La comunicación digital como comunicación sin comunidad destruye el escuchar. ¿Qué queda? Nos escuchamos a nosotros mismo. Y si seguimos así, tendremos la era del fin de la acción comunicativa y perdemos todo rasgo humanitario.

El punto es que no destruyamos la digitalización y la tecnología, como le llamo “La infocracia” para uso propio, sino que la tenemos que cuidar, desarrollar y pensar para el progreso de la humanidad y el desarrollo productivo de una República.

INVITADO
Juan Pablo Chiesa
Abogado Laborista. UBA. Magister en Empleo y en Políticas Públicas.
Dirigente político y Presidente de Ap´titud Renovadora.

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