Ante el fallecimiento del Juez Bonadío otra vez sus enemigos se regodean de su muerte, porque sienten un alivio ante su desaparición. Y la impunidad deseada vuelve, a ver quién saca la sortija en la calesita de los condenados, para quedar libres de cargo y culpa.
En la tragedia y la comedia griega, las dos acciones tienen una misma cara, como los inmediatos comentarios que hicieron los que se sintieron “acusados por él” y “ahora liberados de él”. Son las repetidas réplicas de los que celebran cuando hay un atentado. Los que lo hicieron y se salvaron, miran brindando por televisión, su ataque exitoso. Me parece de tan mal gusto anteponer la propia suerte, porque de eso se trata, para estar contentos, porque murió en este caso un juez que tenía el destino de grandes irregularidades de muchos de los que hoy están en el poder. Así siguen caminando entre nosotros, directa o indirectamente, los que hicieron posible tanta anarquía en materia de Justicia, convirtiéndose en inocentes. Más de una sonrisa, más de una carcajada, más de un rezo de agradecimiento a lo que pasó.
Y qué tal si, así como dijeron que la muerte de Timerman fue una enfermedad provocada por haberlo culpado de haber sido el mediador del Pacto con Irán, los que somos democráticos, culpamos al tumor de Bonadío a los culpables de ayer, de lo que pasó en el último gobierno.
Q.E.P.D: Porque vivo no estuvo en paz ante tanta mentira y encubrimiento.
¡Amén!
Invitada
Martha Wolff
Periodista y escritora