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26 de julio, 2024

Martha Wolff. El encubrimiento del canje de rehenes.

Día a día hay liberación de los rehenes. Se trata de personas de todas las edades que fueron condenadas al cautiverio. Son las que sobrevivieron al ataque del 7 de octubre por terroristas de Hamás en el sur de Israel. Fue el avance de un pogromo desde Gaza, de drogados por estupefacientes y por la educación, que recibieron desde niños que se lanzaron a cumplir un mandato más religioso que político. Los rehenes fueron, lo que luego se entendió, moneda de canje. Fueron los que salieron con vida en terrible estado de shock y heridas de manos de los que entraron a matar judíos y llevados como trofeos.

La devolución de esos rehenes es a cuenta gota y tiene como fin llamar la atención del mundo. Las redes internacionales filman la puesta en escena de los que van entregando para cumplir con el fin que se propusieron, mostrar que los asesinos de ayer son caballeros.

Hamás y las otras seis organizaciones terroristas de Gaza, al planificar la matanza, no tuvieron como objetivo liberar ni defender una tierra sino destruir a todo infiel y desatar la ira contra los judíos, eterno chivo expiatorio de los cristianos y los musulmanes. Lograron  una invasión sorpresa para convertir una fiesta en un sembradío de cadáveres y secuestrados, ahogar música y diversión de infieles por gritos de espanto y agonía.

Cuando aparecieron las primeras imágenes se pensó que se los llevaban para matar, como lo hicieron con muchos, y a otros bajo órdenes de apresarlos. Fue tal el bloqueo por el espanto del ataque que no se pensó de inmediato en el canje por sus hermanos en las cárceles de Israel. Y desde hace unos días comenzó ese canje. Un trueque humano que lastima el alma al verlos custodiados amablemente por los mismos que acuchillaron, acribillaron, incendiaron, depredaron y destrozaron sus vidas, familias y hogares. Ahí van con sus capuchas, vinchas identificadoras de sus partidos, portando armas, pasando de ser verdugos a títeres educados, para que el mundo los mire con otros ojos, acompañándolos junto a un pueblo insultante que corea su desprecio al ser entregados.

Cuando se ideó este atentado contra la vida de gente que creía en la paz y la convivencia, fue la ratificación que los palestinos de Gaza no tienen líderes para que los representen en una mesa de negociaciones, en vez de ejército tienen a Hamás. Así esa población vive ante un régimen esclavizante, inquisitorial, sometidos a un poder persecutorio y temeroso. El miedo y el odio al judío como doctrina los gobiernan y si hay oposición  se paga con una rebelión. Son huérfanos de libertad  y mano de obra de sus túneles, lanzamiento de cohetes, encubridores de utilizar escuelas como depósitos de armas y hospitales como centrales de comandos.

La palabra rehenes duele y su liberación destroza la racionalidad al verlos e imaginar lo que padecieron, pero un día se sabrá la verdad que ya está empezando a saberse ante esta historia de salvajismo.

INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora

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