Es tan increíble confesar, que ante la inédita situación de encierro a la que está sometida la humanidadpor el coronavirus, algunos beneficios sutiles hubo: como sentirse la gente más dueña de sus hogares, más cerca de sus familias, poniendo a prueba habilidades y quehaceres domésticos impensados.
Otro descubrimiento fue el acceso gratuito a la Cultura, en toda la amplitud de la palabra y con mayúscula, para sus amantes y para los que no fue una oportunidad única de espectáculos locales y universales. Los adoradores del arte pasaron mágicamente a ser espectadores con acceso a los más importantes eventos del mundo artístico y para los indiferentes una posibilidad de conocer lo ignorado.
El sueño de hablar por celular y ver imágenes en un teléfono de bolsillo más la televisión, han hecho del hombre y familia consumidores ávidos de todo lo que esos aparatos se ofrecen. Pero la pandemia ha multiplicado infinitamente la necesidad de estar ante las pantallas las 24 horas del día. El quedarse en casa sin salir, ha logrado que la gente haya salido a conocer infinitos lugares y eventos por las programaciones y entretenimientos que los canales de televisión ofrecen para paliar la reclusión obligatoria.
Así, como un efluvio maravilloso, la cultura se fue filtrando a través de sus emisiones. Los artistas de cine, teatro y televisión decidieron ofrecer sus obras filmadas; los concertistas sus obras musicales, los cineastas sus películas con gran despliegue de ofertas de sus creaciones, disfrutadas por los conocedores y vistas de reojo por los que nunca fueron sus adeptos. Esta situación crítica ha despertado interés por el arte, que ha sido el gran ganador en este momento en medio del caos. Los que por razones de trabajo, cansancio, indiferencia, falta de interés, motivación educativa y demás se vieron atraídos por primera vez por el arte en general. El confinamiento a todos virtualmente los hizo pasear por museos y caminar por ciudades famosas; escuchar cantantes de moda; ver ballet, incursionan en la ópera; apreciar obras de teatro; disfrutar de cine internacional, viajar…
En honor a la verdad hay un cambio y es el vivir en la pantalla lo que no se puede vivir en la realidad. El tiempo entre paredes ha despertado interés y permiso para darle a la gente lugar a la fantasía, a soñar,pensar, aprender, a ver historias verdaderas o inventadas. Y así como a los médicos y los auxiliares se les debería otorgar el Premio Nobel a la Solidaridad, también se le debería otorgar a la Cultura y sus artistas que han embellecido el peligro y el miedo de todos con sus creaciones.
INVITADA
Martha Wolff
Escritora y periodista