Santo en la Web y en la Red

9 de diciembre, 2024

Martha Wolff. La moda incomoda ante la realidad nacional.

No tengo nada en contra del mundo de la moda, como mujer me encantan los cambios a los que trato de acomodarme de acuerdo a mis posibilidades. Es tan interesante entender que la moda marca épocas y sobre todo en lo referente a la economía.  Es cierto que los diseñadores necesitan trabajar en momentos de crisis pero la misma es igual para todos. No por eso van a inventar un desfile de lujo cuando hay hambre, 50% de pobreza, desocupación y un país en ruinas. Por eso me llama la atención que la primera dama del país se presenta a diario con nuevos conjuntos entre barbijo, prenda y zapatos haciendo juego para colaborar en proyectos de beneficencia.

Desde siempre me interesó más la capacidad que la figurita que me vende la publicidad. Parecería que la necesidad es un hereje  directamente proporcional  al incentivo de figurar complaciente con el gobierno de turno. El prestarse a ser un engranaje más del sistema  y en este caso para aumentar la admiración de los pobres que nunca llegarán a tener lo que les venden y más siendo sus dirigentes,  es en síntesis lo que lo los grandes diseñadores y los periodistas al servicio del cholulaje difunden a cambio de no fundirse como otros

El pueblo con los pies en el barro, el hambre, la beneficencia y la televisión como droga consumista de incomunicación, ve, envidia, aplaude, recibe dádivas y vota lo que nunca podrá tener. Me pregunto si el ejemplo fue Evita que hablaba en el balcón de la Casa Rosada con un tapado de visón y todo su recorrido solidario con los mejores trajes, vestidos de noche, sombreros, joyas y demás, era la representante de los humildes. Recuerdo cuando murió y mi madre, que era modista barrial, me llevó a ver la exposición de su ropa, equivalente a la de una reina, la de los trabajadores.

La actual primera dama que conocí a través de un documento en Youtube cuando un señor mayor lo toreó a Alberto Fernández en un bar en Puerto Madero, al que el actual Presidente de la Nación apechugó, lo tiró y su compañera, hoy actual primera dama calmó, pero no se ocupó de saber el estado del anciano tirado en el suelo.

Hoy recordando a mujeres como Indira Ghandi, Golda Meir o Angela Merkel, que sin ser divas ni bellezas para certámenes, pero sí para quedar para la historia por sus ideas, no necesitaron un de desfile de modelos para ayuda social, política ni económica de su país, sino por sus ideas, su calidad humana y su personalidad.

 En el momento de gravedad económica que estamos viviendo, el despliegue de moda y color de la primera dama en cada una de las actividades que participa, es una ofensa a la realidad nacional.

Todo esto me hacer recordar cuando estuve en la Olimpíada Checa en pleno auge comunista y presencié a los jerarcas vestidos con trajes italianos, coches blindados Mercedes Benz y luego toparme con ellos en el avión en el que viajaban en primera clase.  Aquí sucede lo mismo:  los que dicen ser  populistas que pasan a ser burócratas.

INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora

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