Cuando se acerca la fecha de la celebración del “Día Internacional de la Mujer” tengo necesidad de escribir sobre nosotras las mujeres. Pavada de desafío en un mundo en el que hay que seguir luchando para explicar que estamos capacitadas para todo.
Hace poco leí que
un hombre opinó que no estábamos preparadas para manejar camiones a lo que una
mujer le respondió que sí pudo, estando embarazada, hacer todo lo que hizo con
semejante peso, cómo no iba a poder conducir un vehículo.
Así es, como
guerreras tenemos que demostrar que podemos, desde matar una mosca hasta ser
astronautas.
La organización
social nos fue preparando para resolver desde lo más simple a lo más complejo.
La multiplicidad de
capacidades nunca fue pensada como un boletín de calificaciones. Ninguna mujer
pretendió ni pretende que le pongan 10 en todas la materias pero al menos no la
bochen porque no le importa el fútbol, mientras el restaurant funciona las 24 horas
por día y las necesidades de todos están satisfechas.
No digo que sus
hombres le vayan a comprar una joya, pero sí una flor de vez en cuando y le
pregunten cómo se siente, si desea también ganar su propio dinero trabajando,
estudiando, volviendo a ser la que era antes de ser la señora de, la mamá de,
la que todo lo puede.
La mentalidad
femenina ha cambiado notablemente desde considerarnos provenientes de una
costilla del hombre y vivir a costilla del hombre.
Hoy necesitamos
elegir lo que queremos y no queremos, disfrutar de nuestro cuerpo y alma y ver
también a nuestras pares en grandes puestos comerciales, científicos, sociales
y culturales a la par del hombre.
La lucha de género
ha tejido un rollo de tela en el que la mujer se envuelve para no ser una musa
sino para representar en el escenario la tragedia y la comedia de la vida.