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27 de julio, 2024

Martha Wolff. Volvió el neorrealismo italiano de la mano de una mujer: “Siempre habrá un mañana”.

Volvió al cine el neorrealismo italiano dirigido por una mujer. Una directora que a la vez escribió el guión y actúa en el rol de esposa de un miserable machista. La ambientación de Roma  de posguerra ocupada por las tropas aliadas es el escenario en el que se desarrolla el argumento. En el encuentro de los personajes hay un realismo como el que filmaba en las calles Vitorio de Sica, Roberto Rosellini y Luchino Visconti. Ese italianismo lleno de autenticidad que ha sido universalizado a través del cine. Y esta vez es una mujer que volvió a la Roma empobrecida o cualquier pueblo típico, después de 1945, para defender el derecho a la igualdad de género con un libreto de mezcla de dolor, bronca, y dignidad en una sociedad muy arraigada a los mandatos religiosos y sociales con un patriarcado a la cabeza.

El destino de las mujeres hasta que el feminismo salió a la palestra era ser ama de casa, señora del hogar, madre de sus hijos.  Este es el modelo de Delia, la protagonista, casada con un pegador, jugador, mujeriego y bebedor, de cuyo matrimonio nacieron tres hijos: dos varones y una nena.

A pesar del infierno conyugal donde el primer saludo de la mañana es una cachetada que la hace funcionar ante sus obligaciones como un motor para servirlos a todos, Delia dentro ella es un ser feliz.  Desdoblada, una es la que aguanta y la otra la que se atreve a trabajar para ganar unos pesos. En el camino cotidiano se siente libre con sus empleos cuando entrega costuras, arma paraguas, da inyecciones, limpiar casas de ricos y hace las compras al final del día. En el mercado tiene la única amiga con la que se confiesa. También en ese trayecto vuelve a ver a un amor que siempre la tienta, un partisano que representa la democracia ante la figura fascista de su marido. Y como regalo Delia se topa con un soldado negro norteamericano que le regala un chocolate, oro en polvo en esos tiempos de miseria, y es el que ve los moretones de las palizas recibidas.

El haber elegido a ese soldado es una trampa de la guionista. La fantasía del espectador es que ella se irá con el americano pero es el que la ayuda a que fracase el noviazgo de su hija con un joven dominador millonario cuyos padres ganaron mucho dinero cuando los nazis invadieron Italia. Otro recurso femenino es guardar lo que gana para comprar primero el vestido de novia de su hija y segundo cuando se lo destina para que estudie.

Su hija representa el cambio y es la que enfrenta a la madre para que no se deje avasallar por su padre. Ella es testigo, de una escena inolvidable, cuando el padre se prepara para salir y obliga a la madre a que lo perfume…porque no va jugar a las cartas sino de juerga. Esa hija le dice que no se prostituya con su padre, lo que hace para calmar a un hombre que participó en dos guerras como recurso para defenderse.

Esta película tiene escenas de una calidad humana maravillosa como cuando comienza desde un bajo nivel del departamento en el que viven y abriendo las ventanas a la mañana después de haber recibido la bofetada de su marido y verlo irse, y un perro que mea su dintel dueño de su libertad. Otro karma son las vecinas chusmas que saben vida y milagro de todos.

En este clima Delia recibe una carta, misterios, la guarda. Hay que tener un cuenta que ella no se va porque no tiene adonde ir. El único que le ofrece volar es su viejo amor a punto de partir invitándola a fugarse juntos. Cuando estaba mentalmente preparada para que existiera un mañana mejor, se muere su suegro, autor machista de su marido al que también cuidaba.

La gran trampa de esta película es haber cambiado el reflejo condicionado de los finales felices de encontrar el príncipe. Delia vestida con una hermosa chaqueta que arregló, pintada los labios, no se escapa con su tentación, sino que se dirige a votar por primera vez para terminar con la monarquía y elegir la república. Perdida la carta de citación es descubierta pos su marido, que en medio de tantas mujeres no la reconoce para impedir dar ese paso.

Excelente juego de situaciones bajo la dirección de Paula Cortelleci que defiende a la mujer para ser dueña de sí misma al lado de Valerio Mastandrea, su esposo que la considera un objeto a su servicio.

Volvió “Milagro en Milán”, “Ladrón de bicicletas” y la posguerra a un mundo en guerra de nuevo.

INVITADA
Martha Wolff
Periodista y escritora

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